Sería una ingenuidad que los padres no fueran conscientes de los riesgos que tiene para sus menores el mundo digital. Pero también sería equivocado no tener en cuenta las buenas oportunidades que ofrece. Conversamos con María José Abad, Coordinadora de Contenidos de Empantallados.com, en torno a algunas cuestiones de seguridad de los menores en las redes, así como de recursos para sacar partido a la tecnología en el hogar familiar.
— ¿Qué deben conocer los padres para educar a sus hijos con respecto a la tecnología?
— Lo primero es ser conscientes de que la tecnología ha llegado para quedarse, y que es necesario aprender a educar en estos temas. Muchos padres y madres tienen pánico y otros no saben muy bien qué hacer. Y por este motivo, para ayudar a los padres a educar a sus hijos en el mundo digital, nació Empantallados.com en abril de 2017. Veíamos que había una cierta desorientación en este ámbito por parte de los padres y las madres, y que la mayoría de la información que hay en Internet para ellos está focalizada exclusivamente en los riesgos. Desde Empantallados, queríamos conseguir enfocar estos temas desde un punto de vista optimista, muy visual y con un lenguaje fácil de entender para todos.
Un consejo que daría a un adolescente es que las redes sociales no sean solo para exponer su imagen física, sino para mostrar sus aficiones y su talento
Distintas dosis según la edad
— En general, ¿qué se recomienda en cuanto al uso de tecnología en niños menores a 13 años? ¿Y sobre el acceso a las redes sociales?
— Creemos que lo más importante es que los padres ayuden a sus hijos a utilizar las pantallas de modo saludable. Es decir, que haya tiempos y horarios claros, y acompañarles, especialmente cuando son pequeños. Como en casi todo, en educación tampoco se puede generalizar: depende del grado de madurez de cada niño, de su carácter, de su manera de reaccionar, etc.
Sobre la edad para acceder a las pantallas, por ejemplo, la Academia Americana de Pediatría recomienda evitar su uso por los menores de 18 meses; y de 18 a 24 meses, elegir para ellos un contenido de alta calidad, siempre acompañados de un adulto; de 3 a 5 años, no dejarles utilizarlas más de una hora al día; y a partir de esa edad poner límites claros de tiempo y lugares de uso.
En lo que respecta a las redes sociales, no está permitido legalmente antes de los 14 años tener perfil en la mayoría de las redes, aunque muchos niños acceden antes de esa edad. Es importante que los padres tengan unos conocimientos básicos que poder trasmitirles en el momento en que accedan, y que haya una supervisión, especialmente al principio. Quizás puede ser interesante que los hijos utilicen un perfil creado por sus padres hasta que el menor aprenda a controlar su actividad online y la difusión de su información personal.
Las cuatro “C”
— Últimamente se escucha hablar de muchos “riesgos”; sin embargo, no acertamos a aclararnos sobre cuáles son esos potenciales peligros y cómo afecta cada uno de ellos a los niños: contenido violento o explícito, adicciones y salud mental, aspectos de privacidad o intimidad, bullying, habilidades sociales, etc. ¿Cómo se puede atender a todos estos riesgos y comprender un poco mejor en qué consisten? Dado que los peligros son distintos, ¿cómo pueden los padres y profesores proteger mejor a los niños?
— La tecnología ofrece oportunidades extraordinarias, pero efectivamente también es necesario tener en cuenta los retos educativos que nos plantean. Los expertos suelen agrupar los riesgos, refiriéndose a las tres “C”. En primer lugar, riesgos relacionados con los contenidos, muchas veces poco apropiados para niños muy pequeños. Para ello, especialmente antes de los 10 años, es recomendable utilizar filtros de contenido. En segundo lugar, riesgos relacionados con los contactos. Debemos enseñarles a no relacionarse con desconocidos y a huir de las redes que promueven el anonimato (como Ask.fm o ThisCrush). En tercer lugar están las conductas, desde el ciberbullying o acoso online al sexting, el envío de imágenes provocativas, etc.
Demonizar las pantallas no es la solución: hay que estar cerca de los hijos, interesarse por lo que les interesa a ellos
A estos tres aspectos algunos expertos han añadido una cuarta “C”, que parece hacerse más relevante en estos últimos meses. La comercialización de nuestros datos: estamos compartiendo una gran cantidad de información sobre nosotros que es de gran valor para las empresas. Es bueno aprender a configurar las opciones de privacidad de las redes y también saber que nada es gratis, sino que hay un pago implícito a través de la información del usuario.
Como padres o educadores, los riesgos no deben abrumarnos, pero sí creo que es recomendable intentar llevar la delantera y conocer dónde están tus hijos, así como saber proponerles contenidos interesantes o cosas que hacer con la tecnología.
El mejor filtro son los padres
— En cuanto al contenido, hace poco saltaron a los medios algunas quejas de que los algoritmos de YouTube Kids no reconocían contenido violento o explícito, pues estaba disfrazado de contenido para niños. Si estos contenidos se cuelan incluso en las aplicaciones exclusivas para ellos, ¿qué pueden hacer los padres para evitar que sus hijos vean contenidos inapropiados?
— YouTube Kids es un entorno más seguro y protegido que YouTube, canal en el que se suben más de 400 horas de vídeo por minuto. Aunque, evidentemente, esta plataforma para niños no es infalible. Por ello es bueno que, como usuarios de la tecnología, denunciemos los contenidos inapropiados, utilizando las herramientas disponibles en las plataformas.
En general, como he mencionado antes, para menores de 10 años puede ser recomendable utilizar algún tipo de control parental, como los filtros de contenido. Para hijos más mayores se sabe que les atrae saltarse la norma, y que a veces son “imbatibles”: hace poco me contaron que un niño al que su padre le había instalado una aplicación que apagaba los móviles a determinada hora, había conseguido librarse de esa barrera, cambiando el huso horario de su móvil…
Los riesgos no deben abrumarnos, pero hay que llevar la delantera y saber proponer a los hijos contenidos interesantes
Al final, el mejor filtro son los padres: no hables de sexting, sino ten una conversación con tu hijo, adecuándola a su edad, sobre sexualidad. Si no se lo cuentas tú, se lo contarán otros. Si los padres son opacos ante algunos temas, muchos se lo “preguntarán” a Internet.
— Al hablar de limitar el acceso de los niños a la tecnología, algunos padres podrían tener la preocupación de que al limitar el acceso están limitando también el contacto con contenidos buenos y educativos. ¿Qué pueden hacer los padres para asegurar una relación positiva entre los niños y la tecnología?
— Creo que ya nadie volvería a un mundo sin Internet. Hace poco, uno de los máximos responsables de Google en España decía a un grupo de adolescentes que los smartphones que tenían poseen más poder de computación que los ordenadores que llevaron al hombre a la Luna. Realmente tener un smartphonees tener una herramienta con potencial para cambiar el mundo.
La clave está en los contenidos: no es tanto la tecnología, que es una herramienta, sino el para qué. Puede haber apps con contenidos nocivos, pero hay otras que de un modo intuitivo y divertido pueden ayudar a educar y sensibilizar ante temas como la vida de los refugiados, la importancia de cuidar los recursos naturales escasos o la alimentación saludable.
Nicholas Carr, conocido por su libro Superficiales y su artículo Is Google making us stupid?, subraya que Internet está modificando nuestros procesos neuronales y nuestra capacidad de memorización y concentración. Y es verdad que un uso abusivo de las pantallas puede perjudicarnos, como un empacho de la mejor comida. Pero es interesante ver cómo en ese mismo libro reconoce que en la época de Sócrates muchos se echaron las manos a la cabeza con el uso de la escritura. Decían: “Mucho mejor que una palabra escrita en el “agua” de la tinta es una palabra grabada por la inteligencia en el alma del que aprende (…) La escritura amenaza con convertirnos en pensadores menos profundos”. Estas palabras son el reflejo de las tensiones creadas por la transición de una cultura oral a otra literaria. Actualmente es obvio el valor de la alfabetización. Igual que el alfabeto, las pantallas son una herramienta, que bien utilizadas pueden llevarnos muy lejos.
Acompañarles
— A veces, los niños pueden no entender que se limite su uso de la tecnología o su tiempo en la red y pueden pensar que los padres no quieren que se relacionen con sus amigos o que tengan lo mismo que otros compañeros tienen. ¿Puede darnos algunos consejos para que los padres puedan conversar con sus hijos acerca de estos temas?
— Creemos que demonizar las pantallas no es la solución. Hay que estar cerca de los hijos, acompañarles, interesarnos por lo que les interesa a ellos. Por ejemplo, reservarnos un rato para jugar juntos a un videojuego, o para que nos cuenten cuál son sus influencers favoritos.
El último estudio de EU Kids Online, la red europea de referencia en la investigación sobre la vida online de niños y adolescentes, ha concluido que la mediación parental activa es el mejor “antídoto” contra los riesgos de los menores en Internet. Más incluso que la mediación técnica (la relativa a instalar en los dispositivos un software específico para restringir el acceso a determinados contenidos).
Desde el Instituto de Ciberseguridad de España recomiendan que los padres se ocupen de conocer el entorno digital de sus hijos y la tecnología que emplean. Porque no hace falta ser un experto, pero sí formarse en la medida de lo posible. También que los hijos se sientan cómodos pidiendo ayuda, e interesarse por lo que hacen online, compartir actividades y fomentar el diálogo con ellos.
Lo más importante es que los padres ayuden a sus hijos a utilizar las pantallas de modo saludable
— ¿Cómo pueden los padres proteger a sus hijos sin caer en un alarmismo o negativismo ante la tecnología que pueda limitar las posibilidades de sus hijos?
— Podríamos decir que los Derechos del Niño han cambiado con la tecnología: los niños de hoy no son los mismos que los del siglo pasado. A este respecto, la experta Sonia Livingstone ha creado una adaptación de los Derechos del Niño en la era online, basándose en la Convención de los Derechos del Niño de la ONU de 1989. En esta adaptación se recoge el derecho de los niños a la protección de su identidad online, a navegar de forma segura o a recibir una alfabetización digital en edades tempranas.
Está claro que es necesario proteger a los menores. Y a la vez, la solución no es prohibir, porque entonces utilizarán esa tecnología en casa de un amigo, de un vecino… Creo que uno de los principales consejos es no esperar a que haya un problema, sino empezar a educar en estos temas antes.
Es diferente decir a un niño: “no hagas ciberbullying”, a educarle en positivo en los valores y habilidades que tiene que tener un “ciudadano digital”: desde la Netiqueta (que son las normas de protocolo en la red), a aprender a cómo gestionar sus emociones en redes sociales o el sentido crítico contra creérselo todo. Y por supuesto, también educarle para que, si un día presencia un caso de acoso, sea de los valientes que defienden a la víctima.
Cultivar el talento con YouTube
— Se habla mucho de los riesgos y quizás sean menos conocidas las ventajas y posibilidades que ofrece Internet para los niños. ¿Podría hablarnos un poco de esta transformación positiva que puede darse a través de la tecnología?
— La distinción entre la vida online y la offline no es así para los adolescentes de hoy. La generación Z (la que nació después de 1994) ha vivido desde la infancia con la tecnología como algo más de su vida.
Tienen posibilidades increíbles: por ejemplo, están al alcance de su mano los mejores profesores particulares de cualquier materia. David Calle es un ingeniero madrileño que se convirtió en un profesor youtuber, con más de un millón de suscriptores a su canal Unicoos, dando clases en YouTube de Matemáticas, Física, Química y Tecnología, de ESO, Bachillerato y Universidad.
También se puede aprender a tocar un instrumento musical o a cantar. Es impresionante la experiencia de la pequeña Amira Willighagen, que aprendió a cantar ópera con vídeos de Andrea Bocelli en YouTube.
Pero además hay muchos adolescentes que ponen el potencial de las redes sociales al servicio de la solidaridad. Por ejemplo, el otro día leí que un grupo de adolescentes habían impulsado “SocksSOS” (>@sockssos), calcetines solidarios para recaudar fondos en beneficio de una ONG de ayuda a la India y los refugiados tibetanos, promocionándolos principalmente a través de Instagram.
Y ni que decir tiene que un alto porcentaje de las profesiones del futuro estarán relacionadas con el entorno digital y la tecnología: con ciberseguridad, con drones, o con el análisis de los big data. Y que las redes pueden ser un escaparate profesional muy valioso. Por ejemplo, hace poco estuvimos con Pablo Navarro, un joven violinista que utiliza las redes para darse a conocer.
Quizá el mejor consejo que daría a un adolescente es que las redes sociales no sean solo para exponer su imagen física, sino para mostrar sus aficiones, sus hobbies y su talento.
Niños con teléfono móvil— Regalar un móvil es regalar una nueva forma de percibir el mundo. ¿A qué edad están listos los niños para tener un móvil y qué precauciones hay que tener cuando se les entrega? — Depende mucho de cada niño: los expertos recomiendan no hacerlo antes de los 14 años. Pero luego llegan las cifras reales: según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, el primer móvil llega a los 10 años, para el 25% de los niños; y a los 12 ya lo tienen el 75%. Hay algunos consejos que pueden ayudar ante la llegada del primer móvil. El primero es que no sea un regalo de un familiar o amigo: que sean los padres quienes se lo den cuando crean que ha llegado el momento. En segundo lugar, que el primer móvil vaya precedido de una conversación, en la que tu hijo sea consciente de que está adquiriendo una responsabilidad y en la que se hable de temas como la importancia de proteger su intimidad o el respeto hacia los demás. Puede ser útil hacer un contrato de uso con unas condiciones acordadas entre padres e hijos (en él se reflejarán los espacios y tiempos de uso, qué pasará si se rompe el dispositivo…). Y, sobre todo, que los hijos vean que los padres son un ejemplo en el uso que hacen del móvil. Porque muchas veces somos los adultos los primeros “enganchados”. En Empantallados hemos diseñado un parking para móviles, que cualquiera puede descargarse e imprimir para su casa. Estamos convencidos de que el equilibrio en el uso de la tecnología y el tiempo sin pantallas es positivo. Además puede ser útil convertir en hábitos algunos trucos de desconexión: utilizar el modo avión, instaurar un día sin pantallas a la semana o monitorizar nuestro propio uso de estas a través de apps como Moment (si tienes Iphone) o QualityTime (para Android). |