Aquello de “¡deja el dichoso móvil y atiéndeme!” va dejando paulatinamente de ser una exigencia necesaria en muchos hogares norteamericanos. Y no es que se haya ganado en atención por parte de los destinatarios, sino que tanto los que emitían la orden –los padres– como quienes debían cumplirla –sus hijos adolescentes– están todos igual de enganchados a las tecnologías. O casi.
Una investigación de Common Sense Media, realizada con 500 parejas de padres y sus hijos adolescentes, así lo corrobora: si en 2016 el 29% los progenitores reconocían que se entretenían mucho tiempo con sus móviles, en 2019 ya son el 52%. De hecho, los padres admiten que se pasan de la raya en lo de darle a la pantallita del teléfono para arriba y para abajo. Hoy el …
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