Pamplona. «El mercado quiere espectáculo, y quiere también el de las opiniones. Y las estrellas de ese espectáculo son los columnistas». Así dice Manuel Hidalgo, columnista del diario El Mundo, comentando el auge del columnismo como contrapunto a la opinión del editor.
Durante una conferencia pronunciada en la Universidad de Navarra, Hidalgo dijo que, en teoría, «la columna es un espacio de subjetividad inmerso en la pretendida objetividad informativa de un periódico». Pero, en la práctica, «la aparente variedad de opiniones esconde la influencia directa del dueño que, al manejar y valorar lo que se publica en portada, en el editorial y en las secciones, y lo que no», controla directamente la creación de opinión de un periódico.
Otro fenómeno que tampoco concuerda con la teoría es la identificación de los columnistas españoles con la línea editorial de su periódico, a consecuencia de la «guerra mediática entre los grandes medios de comunicación». Hidalgo propone dejar al editorialista la responsabilidad de la orientación del diario, y practicar más la duda, el humor: «Tendría que ganar terreno el escepticismo y la ironía».
Hidalgo lamenta la desaparición del columnista de libretilla, «comentarista político con peso e influencia que contaba cosas levantando los peroles de la vida política». A su juicio, además de comentar noticias y dar su opinión, aportaba información, mientras que «ahora, en general, estamos en el acertijo, en el columnismo de sorpresa y especulación dirigido contra algo o alguien, para contribuir a la caída o sostenimiento de los sucesivos gobiernos». Según Hidalgo, los últimos representantes del columnismo de libretilla fueron José Luis Gutiérrez y Pilar Urbano.
Otro grupo, menos ideologizado, añadió Hidalgo, es el de columnistas como Carmen Rigalt, Manuel Vicent, Millás o él mismo, que «recogemos un poco esa tradición del escritor que se fija en la vida, al estilo Camba, por ejemplo».
Por último, está el «columnista total» que demuestra una gran percepción del ritmo de la vida, de la política y, además, con gran dominio del lenguaje. En este grupo destacó a Francisco Umbral, que día tras día «consigue ahormar todas esas facetas del columnismo más interesantes, sin quitar que pueda ser cínico, parcial y mentiroso, como él mismo se define».
Enrique Abad