Londres. Se ha publicado el primer perfil socio-profesional del periodista británico, realizado por Anthony Delano, de la Escuela de Prensa del London College. Antes de investigador, Delano fue periodista de Fleet Street (la calle donde tenían su sede buena parte de los periódicos de la capital). Su informe presenta un retrato de los periodistas distinto, en muchos aspectos, de la idea que se solía tener de ellos. Por supuesto, los principales periódicos se marcharon de Fleet Street hace mucho tiempo y ahora ocupan modernos edificios construidos a su medida en otras zonas. Pero no es éste el único mito que echa abajo Delano.
El aumento de periodistas licenciados es el hallazgo más significativo: ahora son el 49% de los que están en ejercicio. En 1955, sólo el 9% tenían estudios superiores. Entonces, los periodistas se consideraban miembros de un gremio -en el que incluso se empezaba de aprendiz-, formado por personas sin preparación profesional específica, pero que coincidían en poseer las técnicas básicas del periodismo. En el transcurso de una generación, las actitudes y aspiraciones de los periodistas han pasado a ser las propias de un sector social más instruido y selecto. Ya no se consideran simples especialistas en un oficio, como los tipógrafos o los impresores, sino profesionales creativos que ejercen un trabajo intelectual.
Aunque la mayoría de ellos dicen estar satisfechos con su trabajo y lo recomendarían a sus hijos, sus sueldos no están a la altura de sus aspiraciones. Sólo el 2% gana menos de 10.000 libras anuales, pero sólo el 20% más de 35.000; la mayoría cobra entre 15.000 y 25.000 libras.
En contra de la imagen popular y romántica que se tiene de los periodistas, llevan una vida típica de la clase media. Fuman y beben con moderación; sólo el 4% están casados por segunda vez -menos que la media nacional-; pero sólo la mitad de ellos tienen hijos. En la mayoría de los casos, el cónyuge tiene también un empleo de dedicación completa. Sus opiniones concuerdan con las del sector más liberal de la clase media instruida, a menudo en contraste con su sobrio estilo de vida: en su gran mayoría, están a favor del aborto, de las máquinas expendedoras de preservativos, de la legalización del cannabis y de la prostitución, y se manifiestan partidarios de las escuelas privadas y de la Unión Europea.
En su vida profesional, pocos están a favor de leyes estrictas sobre protección de la intimidad, aunque casi la mitad opina que se necesitan ciertas salvaguardas legales. Les preocupa mucho más la concentración de los medios de comunicación: el 75% quiere que el gobierno la prohíba. Lo más inquietante es que bastantes más de la mitad creen que para informar está justificado, a veces, violar la confidencialidad, mentir y usar documentos personales sin permiso de los propietarios.
Este último dato revela, más que cualquier otra cosa, el elevado concepto que los periodistas de hoy tienen de sí mismos: se consideran personas investidas de una misión social de guardianes del interés público.
Ben Kobus