Durante más de dos años, las grandes casas discográficas han perseguido la distribución de música en Internet. Su principal objetivo era Napster, el famoso portal de descarga gratuita de música, al que demandaron por distribuir en formato mp3 unas 800.000 obras musicales con copyright. Tras derrotar a Napster en los tribunales, las grandes están entrando decididamente en el mismo negocio. Pero esto significa el fin de la música gratuita en Internet.
Cuando, a mediados del año pasado, el grupo Metallica y las principales empresas discográficas iniciaron la querella, Napster ascendía a la cumbre de su éxito popular (en septiembre de 2000 se descargaron 1.400 millones de canciones, y el doble en febrero de 2001). Napster alegaba que era un mero sistema de intercambio de copias privadas, pero los demandantes sostenían que el portal les había defraudado 120 millones de dólares en concepto de derechos no pagados. En marzo pasado, los tribunales estadounidenses dieron la razón a las empresas querellantes: Vivendi Universal, Sony, AOL Time Warner, EMI y Bertelsmann.
Napster, forzada por decisión judicial a transformarse en un servicio por suscripción, ha tenido que llegar a acuerdos con las tres últimas empresas. Además, la alemana Bertelsmann se hizo con la mayoría de las acciones de Napster el año pasado, cuando la querella aún estaba en curso. De esta manera, la industria se asegura el control de los ingresos. A partir de este verano el portal de música pasa a ser de pago y con filtros que impiden la libre distribución. Entre los acuerdos a que se ha llegado destaca la creación de MusicNet (alianza de Warner, EMI y Bertelsmann), que ofrecerá archivos tanto por Napster como por AOL y RealNetworks.
Los problemas técnicos para restringir el acceso a música con copyright han obligado a Napster a suspender el servicio. Cuando haya resuelto las dificultades, Napster impondrá una tarifa de entre 3 y 20 dólares al mes con un límite de canciones por usuario. Además, rebajará la calidad de los archivos mp3, para que den peor sonido que los discos.
Por su parte, Sony y Vivendi Universal han decidido prescindir de Napster y formar otro servicio de distribución on line, Duet. Aparte, estas dos firmas han pactado un servicio de pago para que los usuarios de Yahoo! (57 millones de visitas al mes) accedan a sus catálogos musicales. Además, Universal ha comprado por 372 millones de dólares el portal mp3.com, que se distingue de Napster por ofrecer archivos propios (Napster facilita software para que sus usuarios intercambien canciones). Así, mp3.com ha podido dar carpetazo las demandas a que también hubo de enfrentarse, y ya puede continuar con sus actividades sin problemas legales.
La iniciativa de Warner, EMI y Bertelsman, a bordo de MusicNet y Napster, ha provocado que los usuarios dejen de usar el servicio. De 220 canciones bajadas en febrero por persona, se ha pasado a 21 en mayo y 1,5 a finales de junio. Los internautas han buscado otros portales. Gnutella, BearShare, Look4sound o AudioGalaxy son ejemplos de lugares donde se pueden descargar o intercambiar mp3 sin coste alguno. Sin embargo, Aimster (similar hasta en el nombre al principal protagonista de la disputa musical) ya empieza a tener problemas legales.
La gran incógnita, como señala The Economist (16-VI-2001), es si cuajará la música de pago en Internet. Para conseguir suficientes abonados, los precios tendrían que ser bajos.
Según una encuesta de Webnoize, los estudiantes -los principales consumidores de música en formato mp3- no están dispuestos a pagar más de 10 dólares mensuales. Y esa suma supone menos dinero por pieza bajada que el precio por canción cuando se compra un CD. Teniendo en cuenta que las ventas de CD llevan cinco años estancadas en torno a los 37.000 millones de dólares anuales en todo el mundo, las casas discográficas no disponen de demasiado margen para vender música más barata. Tendrán que sacar los beneficios de la reducción de costos que supone la distribución por Internet. Pero el ahorro solo llegará cuando el mp3 sustituya en buena parte al CD, lo que no parece previsible en los próximos años.