Arrinconar por inútiles las Humanidades –literatura, filosofía, arte, historia, teología…– entraña un peligro para la sociedad, según opiniones de distintos expertos recogidas por María Paz López en La Vanguardia (Barcelona, 20-04-2011).
Jordi Llovet, crítico de literatura y filósofo, advierte en su reciente libro Adéu a la universitat. L’eclipsi de les humanitats (ed. Galaxia Gutenberg), que este menosprecio no solo rebaja la cultura general que suele ir asociada a las humanidades. También es un obstáculo para la democracia: Las humanidades proporcionan los instrumentos para adquirir un conocimiento general, no sólo un conocimiento humanístico, y para saber discernir, algo fundamental para el comportamiento democrático de los ciudadanos”.
En Estados Unidos dio la alerta el año pasado la filósofa y jurista Martha Nussbaum con el libro Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades (editado en España por Katz). “La salud de la democracia requiere pensamiento crítico, comprensión de la historia del mundo y cultivo de nuestra capacidad imaginativa, y eso lo dan las humanidades”, recalca Nussbaum.
Rafael Argullol, catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Universitat Pompeu Fabra, hace notar que lo que ocurre con las humanidades se repite también en el desinterés por las ciencias: “El superconsumo actual de tecnología no despierta en la mayoría de la gente pasión por la ciencia, por la aventura del conocimiento, por el riesgo o la exploración…”
Las humanidades se arrinconan hoy por motivos pragmáticos. Lo paradójico es que pueden ser un poderoso instrumento para buscar salidas a problemas. “Si se enseñan bien, son una importantísima disciplina intelectual; entrenan la cabeza y le dan instrumentos de análisis que pueden activarse en un abanico de trabajos muy amplio –recuerda Mercedes García-Arenal, investigadora del departamento de Estudios Árabes del CSIC–. Pero los especialistas del ramo no hemos sabido explicar a la sociedad la importantísima aplicabilidad de las humanidades”.