Transfusiones y testigos: el final de la noticia

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Contrapunto

La muerte de dos niños cuyos padres, testigos de Jehová, negaron permiso para que les hicieran transfusiones de sangre (ver servicio 127/94), despertó una gran atención en los medios de comunicación españoles. Muchos no tuvieron en cuenta que se ignoraba si los niños habían fallecido por no recibir sangre, ni se limitaron a hablar en general de la objeción de conciencia a tratamientos médicos, reservando el juicio sobre esos casos particulares hasta que se aclararan. La noticia se prestaba al morbo, que fue explotado con profusión, con abundancia de reacciones indignadas. La ministra de Asuntos Sociales declaró: «Es tremendo que la religión pueda impedir aún los avances de la ciencia. Que por ideas religiosas se impida que una persona viva nos deja a todos bastante preocupados».

Pero si el escándalo llenó páginas enteras, el final de la historia ha merecido en los periódicos sólo pequeños rincones y ningún comentario. Así, no ha resultado fácil al público enterarse de que el juez competente ha archivado uno de los casos, tras concluir, a la vista de los informes médicos, que la muerte no se debió a que no se hiciera la transfusión y que la negativa de la madre no obstaculizó la atención terapéutica. El otro caso tiene el mismo cariz, ya que el niño padecía una leucemia «de pronóstico nefasto», según los informes.

Uno puede pensar que la actitud de los testigos de Jehová ante las transfusiones en el caso de sus hijos es injustificable. Pero lo que no puede hacer la prensa es renunciar a su papel de testigo y volver la cara cuando al final se demuestra que de lo dicho no hay nada. Negarse a transmitir a la opinión pública la información que necesita es también un abuso.

Rafael Serrano

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