La última impronta de la Comisión de Igualdad del Congreso español -quizá con ánimo de morir matando después de que haya sido suprimido el Ministerio “de la cuestión”- ha sido aprobar una proposición no de ley del Grupo Socialista para que el Gobierno regule los juegos que pueden practicar los niños de Primaria en los recreos.
La regulación consistiría, según la propuesta, “en elaborar e impulsar protocolos de juegos no sexistas para que se implanten y desarrollen en los espacios de juego reglado y no reglado en los colegios públicos y concertados”.
Por si no tuvieran bastante trabajo, sobre los profesores recaería esta tarea extra de vigilar los tiempos libres de los pequeños alumnos bajo esta nueva óptica. Pero lo que más llama la atención en realidad es la insistencia de los solicitantes en entrometerse en espacios reservados desde siempre, con la salvedad de los regímenes autoritarios que también tratan de imponerse en el ocio infantil, a la tarea de los padres en la educación de sus hijos.
La Comisión de Igualdad trata de imponer el ocio escolar uniforme precisamente cuando la industria del entretenimiento -es el caso de los videojuegos- piensa en cómo incorporar nuevos segmentos de usuarios creando productos que se adapten a las distintas sensibilidades, como los juegos las chicas. La empresa Electronic Arts, una de las principales compañías de videojuegos, descubrió que el 60% de los compradores de uno de sus productos estrella, “Los Sims”, eran chicas o mujeres, una prueba clara de que este tipo de público prefiere los juegos de simulación, donde se pueden crear mundos y situaciones y en los que prima más jugar que el hecho de ganar (cfr. Aceprensa, 13-09-2006).
Además de dar por sentado que el único modelo educativo pasa por ser mixto, poniendo trabas a la libertad de aquellos padres que eligen la educación diferenciada para sus hijos, ahora ya no se conforman con obligar a que los chicos y las chicas asistan a clase juntos. Tampoco en los recreos podrán jugar a lo que espontáneamente elijan, sino que habrían de someterse a protocolos de “juegos no sexistas”. Puede ocurrir que el fútbol, la comba, los cromos, el patinaje, los gormitis, los backugans y las wids se vean relegados al ostracismo porque emergen juegos de nuevo cuño en formatos políticamente correctos; o que se termine por obligar a todos a jugar a un mismo juego.
En el caso de que finalmente el Congreso apruebe en el pleno esta propuesta, una vez más la ley habrá superado a la ficción y el adoctrinamiento campará a sus anchas dentro (cfr. Aceprensa, 22-10-2010) y fuera de clase para los más pequeños.