Tradicionalmente se ha considerado que vivimos en una sociedad dominada por los hombres. Pero, como escribe David Brooks en el «International Herald Tribune» (16 octubre 2005), los términos están empezando a invertirse, al menos en EE.UU., porque las mujeres están siendo ahora mejores estudiantes que los hombres. Hoy se impone plantearse cómo ayudar a los chicos.
Las chicas tienen mejores resultados en las pruebas nacionales de lectura y escritura. Aunque es cierto que los chicos todavía les aventajan en las pruebas de matemáticas y ciencias, esta ventaja es cada vez menor.
En la universidad el dato fundamental es el número de estudiantes que acaban la carrera. Hasta mitad de los ochenta los hombres superaban a las mujeres, pero desde 1985 la proporción se ha ido invirtiendo hasta que las mujeres han alcanzado y adelantado a los hombres. «Este año se graduarán 133 mujeres por cada 100 hombres». Y la diferencia es más acusada entre los afroamerícanos: 200 mujeres por cada 100 hombres.
Según Brooks, las consecuencias pueden ser profundas. Por un lado cada vez habrá más mujeres que acaparen los puestos directivos, y por otro, cada vez será más difícil que las mujeres encuentren hombres para casarse con el mismo nivel educativo. «Una cosa es segura: en 30 años la noción de que vivimos en una sociedad patriarcal opresiva que discrimina a las mujeres será un curioso anacronismo».
«Hay un debate acerca de por qué las mujeres están progresando mientras que los hombres están estancados. Algunos dicen que los hombres están aprisionados por su machismo anti intelectual. Otros piensan que el sistema educativo está demasiado feminizado. Se les pide a los chicos que permanezcan quietos durante horas, exigiéndoles en unas condiciones donde ellos encuentran grandes dificultades para mejorar».
«Si queremos ayudar a los chicos a no quedarse atrasados respecto a las mujeres, tiene que haber un debate abierto acerca de las diferencias innatas entre los sexos. Tenemos que entender porqué las chicas pobres que se trasladan a escuelas de clase media lo hacen mejor, mientras que los chicos pobres que se trasladan a las mismas escuelas lo hacen peor. Tenemos que asumir la lección obvia que se aprende en todas las librerías de los aeropuertos de que a los hombre y a las mujeres les gustan diferentes tipos de libros, y ver cómo podemos aplicar esta experiencia a la hora de diseñar los currículums. Si los chicos quieren leer sobre guerras y luchas, ¿por qué no puede haber libros de este tipo en los currículums?
«¿Podrían los chicos de escuelas primarias hacerlo mejor si pasaran más tiempo fuera de clase y menos tiempo encadenados a las mesas? ¿O podrían mejorar en un ambiente riguroso y competitivo?
«Durante 30 años la atención ha estado centrada en lograr la igualdad femenina, mientras que el debate sobre las diferencias innatas se ha evitado. Ya es hora de mirar a la otra parte».