Salman Khan (CC: Elvin)
Es probable que en EE.UU. y en otros países, el curso escolar tenga que empezar, y quizá terminar, en un formato no presencial, o como mucho semipresencial. Salman Khan, creador de la Khan Academy, una “escuela virtual” que ofrece materiales educativos a millones de alumnos de todo el mundo, aconseja a los profesores y gestores educativos sobre cómo sacar el máximo partido a los recursos digitales.
Khan reconoce que todos estos materiales no pueden sustituir a la escuela presencial. Sin embargo, cree que, dadas las actuales circunstancias, es urgente mejorar la forma en que se imparten las clases virtuales: tanto en lo académico como en lo que tienen de encuentro social, un aspecto intrínseco a la educación y que ha sufrido especialmente durante la cuarentena.
En concreto, recomienda no intentar trasladar al mundo virtual las clases “magistrales” (lectures, en inglés), que no considera especialmente atractivas ni siquiera en la escuela física. Consumen mucha energía a los profesores, y en muchos casos ya existe una explicación mejor en Internet. En su lugar, propone crear sesiones muy interactivas, que combinen una breve explicación teórica con tiempos para la práctica y la discusión en grupo.
Por ejemplo, en una de Matemáticas, el profesor empezaría lanzando a los alumnos un problema que permite diferentes planteamientos; tras el trabajo individual de los alumnos, que el maestro comprueba en directo, este los separa en grupos de cinco o seis, de manera que en cada uno haya estudiantes con distintos enfoques, y así puedan discutir entre ellos cuál es el mejor; por último, la clase se reúne de nuevo y se ponen en común las conclusiones.
Khan recomienda que este tipo de lecciones, cuya duración no ha de exceder los 45 minutos, se repitan dos o tres veces por semana, al menos en las asignaturas más importantes del currículum. Para asegurar que todo el mundo participa, el profesor ha de “interrumpir” constantemente con preguntas, dirigidas a destinatarios concretos.
Además de las sesiones “en directo”, Khan señala la importancia de que los profesores utilicen materiales de calidad en los deberes que mandan a los alumnos. También en esto, pueden aprovechar la gran cantidad de recursos que ya existen en Internet (aunque no siempre es fácil separar la paja del grano en el gran almacén cibernético). La ventaja de las tareas virtuales frente a las realizadas en papel es que las respuestas se almacenan fácilmente, y así el profesor –y los padres, si es el caso– puede tener un registro constantemente actualizado del progreso de cada alumno, y personalizar el ritmo de aprendizaje.
Para los que se quedan atrás en alguna materia, el fundador de la Khan Academy propone tutorías de refuerzo en pequeños grupos. De hecho, acaba de lanzar un proyecto con esta función, llamado schoolhouse.world, aunque por ahora está centrado únicamente en las matemáticas.
Por último, Khan no se olvida de la evaluación. Para que la escuela virtual cumpla su cometido, explica en el artículo, el profesor debe poder verificar que los deberes y exámenes son realmente realizados por el alumno, sin otras “ayudas” externas. Aparte del uso de programas de autenticación, el autor sugiere que los maestros pidan a los estudiantes que se graben vídeos explicando la materia en cuestión.
Eso sí, todo esto supone que cada alumno dispone de buena conexión a Internet en casa y de un dispositivo apto para las clases, lo que no siempre ocurre. Por ello, Khan pide a los gobernantes que se aborde este problema con urgencia, ante de que sea demasiado tarde.