El control de la natalidad y la abstinencia —o mejor: los modos de sortearla— han sido los casi exclusivos ejes sobre los que ha girado la educación sexual para adolescentes y jóvenes durante mucho tiempo. “¡Sexo seguro!” es el lema que puede presidir un póster de chicos sonrientes, cada uno con un preservativo en la mano.
En Canadá se experimenta un curso para jóvenes varones, dirigido a modular las actitudes que tienen hacia las chicas
Pero la seguridad pasa, más que por el condón, por enseñar a los jóvenes cómo conducirse en el campo de las relaciones de pareja. Fenómenos como el sexting, el ciberacoso, y el fácil acceso a contenidos pornográficos revelan la necesidad de modificar la estrategia.
En 2012, un estudio efectuado a una muestra de estudiantes de secundaria estadounidenses y citado por The Atlantic, arrojó que al 57% les habían solicitado en algún momento que enviaran fotos en las que posaban desnudos, a lo que el 28% había accedido. Entre quienes pedían tales imágenes estaba el 31% de la muestra.
Se buscan modelos de conducta
En EE.UU., un plan piloto del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), llamado Dating Matters, persigue involucrar a los chicos, pero también a los padres y a la escuela, en una proyección más edificante de las relaciones de pareja.
Según una encuesta, uno de cada cuatro adolescentes en EE.UU. afirma haber sufrido violencia física, emocional o verbal por parte de su pareja, mientras que diversos estudios consideran que entre un 15 y un 40 por ciento de jóvenes han perpetrado alguna forma de violencia hacia su pareja.
Implementado en colegios de Baltimore, Chicago, Oakland y Fort Lauderdale, Dating Matters pretende formar a todos los involucrados en una visión respetuosa y no violenta de las relaciones de pareja. El programa comienza en sexto grado (11-12 años), con temas como qué se considera una relación saludable, y culmina en octavo grado, con un cursillo sobre “citas seguras”.
En el programa, los profesores están en la primera línea de atención, pues se pretende incrementar el número de ellos que pueden servir como modelos de una conducta saludable, habida cuenta de que son quienes pasan más tiempo con los chicos y los ven actuar en situaciones en las que sus padres no suelen verlos.
Un programa piloto iniciado en EE.UU. pretende formar a los chicos en una visión respetuosa y no violenta de las relaciones de pareja
Forjar relaciones saludables
La violencia parte, generalmente, de los chicos varones. A ellos se dirige el programa WiseGuyz, que se desarrolla en Calgary (Canadá), para modular las actitudes que tienen hacia las chicas. El proyecto, iniciado en 2010, se centra en determinar los problemas que enfrentan los jóvenes, en darles medios para desarrollar relaciones saludables, y en ayudarlos a entender la conexión entre masculinidad y formas apropiadas de conducta.
Los dos programas reseñados se proponen que el joven traslade el conocimiento obtenido a sus modos de actuación concretos. Y es que dominar conceptualmente el discurso no significa necesariamente asumirlo en la práctica.
Las formas de abuso pueden ser muy variadas: el chico suele exigir a su novia no reunirse con determinadas personas ni ir a determinados sitios, o mantenerse en comunicación constante para tenerla localizada (curiosamente, las nuevas tecnologías les están sirviendo a muchos para estrechar este control). Si la joven se “rebela” y desea poner punto final a la relación, las amenazas pueden tomar forma, bien mediante la coacción física o el insulto verbal —en 2013 se impusieron medidas judiciales a 133 jóvenes españoles por este concepto—, bien mediante el desprestigio de la muchacha en las redes sociales, a donde van a parar información e imágenes privadas de ella, lo que le puede generar un clima notablemente hostil.
A lo que se ve, más que enseñar al varón las seguridades del preservativo, habría que esforzarse por modularle desde muy temprano el “chip” del comportamiento hacia las mujeres.