Cuando llegue septiembre, pida más gasto educativo

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Contrapunto

En la enseñanza las cosas no cambian mucho de un año para otro. No obstante, la OCDE sigue presentando puntualmente su informe anual, «Education at a glance», a mediados de septiembre. Con el curso recién inaugurado en gran parte del globo, el informe tiene dos páginas garantizadas en los principales diarios de los países miembros.

El ritual incluye meter miedo a todos (menos a la estrella invitada, que suele ser Corea). Gran Bretaña se ha asustado con los pocos estudiantes que llegan a la universidad. El objetivo del gobierno es que sean la mitad en 2010; pero, según el informe, el país ha bajado al 9º puesto por número de alumnos que no alcanzan las calificaciones necesarias para entrar en la univeridad. «The Times» (12-09-2006) titulaba así: «Gran Bretaña se desliza al 9º puesto en la tabla de la liga universitaria». Lágrimas de cocodrilo porque se trata de la misma noticia de hace tres años en «The Daily Telegraph» (17-09-2003): «Las escuelas británicas caen en el «ranking» mundial»; entonces, el puesto era algo peor.

El ogro francés son los repetidores. «Francia, campeona de las repeticiones en la escuela», titulaba «Le Monde» (13-09-2006), a cuento del reciente informe. Dice el diario que el 38% de los estudiantes de 15 años han repetido curso al menos una vez. Pero es la misma noticia que publicó hace dos años, cuando el porcentaje era del 36,7%.

En España hay más variedad de titulares porque hay malas noticias para elegir: fracaso escolar, nivel de matemáticas y lectura, absentismo, repeticiones de curso, etc. Pero también la prensa española -muy en especial «El País»- tiene una manía recurrente: la necesidad de aumentar el gasto público en enseñanza. «España está a la cola de la OCDE en el gasto público para la educación», era el último titular de «El País» (13-09-2006). Estos son de años atrás: «La educación baja al 4,9% del PIB a pesar del fuerte aumento del gasto por alumno» («El País», 17-09-2003); «España aumenta el gasto por alumno, pero sigue por debajo de la media de la OCDE» («El País», 30-10-2002), etc.

Es el rito anual. Se podría explicar diciendo que como las cosas de la enseñanza no cambian mucho de un año para otro, la OCDE no tiene más remedio que atizar el mismo cachete a los países malos alumnos. En este caso, que España destine el 4,7% del PIB a la enseñanza cuando la media de la OCDE está en el 5,9%. La prensa, en el mejor de los casos, se hace eco.

Pero caben dos objeciones. La menos importante es que «Education at a glance» se autoplagia en exceso: 450 páginas con párrafos idénticos a los de versiones anteriores, salvo los cambios minúsculos que puede provocar un curso académico: donde ponía 19,2% ahora pone 20,3%; donde ponía 23 de los 30 países con datos comparables ahora pone 21 de los 30…

La segunda objeción se refiere al tema español. El propio informe certifica que «algunos de los cambios que precisa la enseñanza requieren inversiones adicionales pero los datos demuestran que el dinero es necesario pero no suficiente para mejorar los resultados». No es la primera vez que lo dice (ver Aceprensa 26/02), ni la OCDE es la única en decirlo: también se ha comprobado lo mismo en EE.UU. (ver Aceprensa 8/03) o en España (ver Aceprensa 165/02). «La Gaceta de los Negocios» (14-09-2006) recogía una declaración de Francisco López Rupérez, ex consejero de Educación ante la OCDE, en la misma línea: «La financiación explica menos de la quinta parte de las diferencias entre los países en lo que se refiere a nivel de rendimiento. El resto se debe a otros factores, sobre todo a la eficacia de las políticas educativas y de los valores».

La última parte de la ceremonia anual consiste en extraer algún dato positivo, para aliviar el golpe, del mismo informe que te ha metido miedo. Es posible incluso con los datos de España. Y, por supuesto, contar con la opinión de algún entendido que interprete los datos, aunque diga cosas como las del experto francés de este año en «Le Monde»: «No sabemos por qué Francia está a la cabeza en número de repetidores pero sí que nuestros chicos trabajan más horas que los de países con mejores resultados, como Finlandia; lo curioso es que nuestros profesores trabajan menos». Si yo pudiera aconsejar algo al experto francés le animaría a seguir esa pista. En cuanto a España, solo puedo decir «hasta el año que viene».

Ignacio F. Zabala

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