De modo más agudo que en otros países (ver Aceprensa 66/06), en India se discute la discriminación positiva en el acceso a la universidad. El gobierno acaba de anunciar que aumentará el cupo de plazas reservadas a los grupos desfavorecidos. Esta reforma, que se pondrá en marcha el próximo año, ha provocado un ardiente debate en el que se vuelve a poner en tela de juicio la eficacia de la discriminación positiva, aunque algunos sospechan que es más una medida de oportunismo político que de lucha por la igualdad.
Hasta el momento el 22,5% de las plazas universitarias -y los puestos en la administración pública- estaba reservado para los miembros de las castas inferiores, los «dalits» o intocables, y para los grupos marginales, tal como dispone la Constitución de 1955. Ahora el gobierno pretende que un 27% se destine para las demás castas bajas, las «Other Backward Classes» (OBC) en la terminología oficial.
Los más críticos con el plan del gobierno han resultado ser los propios estudiantes, en especial los de Medicina, carrera para la que hay más demanda que oferta de plazas. El debate se ha enardecido tanto que se han producido algunos enfrentamientos entre los jóvenes y la policía.
Quienes se oponen a la reforma afirman que el único criterio de acceso debería ser el mérito. Para Pratap Bhanu Mehta, asesor del gobierno hasta hace unas semanas, esta medida sería contraproducente y contribuiría a perpetuar el sistema de castas. La discriminación positiva no deja de ser discriminación. A su juicio, además, iría en contra de la libertad de las instituciones educativas.
Para otros, la existencia de cuotas podría ser perjudicial para la calidad de la enseñanza. En cualquier caso, el sistema no ha demostrado ser eficaz para conseguir la igualdad. En la Universidad de Nueva Delhi, por ejemplo, hay 8.000 plazas para los más desfavorecidos, pero no todas se cubren. Y de los beneficiarios de la cuota que comienzan los estudios, sólo logran graduarse de 2.000 a 2.500. Lo mismo sucede en el Instituto Tecnológico de la India: quedan vacantes la mitad de las plazas reservadas, y solo uno de cada cuatro estudiantes que las ocupan logra completar sus estudios.
De ahí que, según muchos, el problema de la educación para las castas bajas en la India no sea la dificultad de acceder a la enseñanza superior, sino más bien la mala preparación que reciben en los niveles educativos inferiores. Para «The Economist» (27-05-2006), la clave para que la India mantenga su ritmo de crecimiento económico necesita mejorar la escuela elemental y media, o no podrá asegurar en el futuro un número suficiente de profesionales cualificados.
Según el gobierno, las medidas propuestas resultan necesarias para que las clases sociales más atrasadas puedan superar la discriminación y acceder a la universidad. Para justificar su decisión se ha basado en el llamado Informe Mandal, realizado por un grupo de expertos en 1990. En él se recomendaba ampliar el cupo universitario también a las OBC. Sin embargo, replican los críticos, no es cierto que las OBC representen el 52% de la población, como el citado informe suponía. En otro, más realista, de 1999 la cifra se situaba en torno al 32%, o al 36% si se incluía a los musulmanes.
El primer ministro Manmohan Sing no tiene intención de retirar el plan pero ha querido acallar las críticas nombrando un consejo asesor para analizar la repercusión del proyecto. Además ha prometido que esta reforma irá acompañada de un incremento general en el número de plazas disponibles. Para que nadie salga perjudicado el aumento debería ser del 54%, pero hasta ahora el gobierno no ha concretado de dónde saldrán los fondos necesarios para la ampliación.
El tema es muy polémico en la India y además está bastante politizado, hasta el punto de que se han formado algunos partidos en función de su apoyo o de su crítica a este tipo de medidas. Esto ha llevado a algunos a pensar que detrás de la reforma puede esconderse una estrategia electoral del Partido del Congreso, ahora en el gobierno, que -dicen- pretende ganarse una cantidad de votos nada despreciable para las elecciones del próximo año en el estado de Uttar Pradesh -el más poblado del país-, en las que las OBC pueden resultar decisivas.
Josemaría Carabante