Una encuesta a estudiantes de secundaria en Alemania, publicada en International Journal of Educational Research, revela que los escolares valoran del buen profesor sobre todo cualidades como la empatía, el interés personal en el alumno, la claridad y el buen humor. En cambio, los conocimientos académicos sobre la materia no les parecen tan importantes, aunque una mayoría de los encuestados cree que el docente que reúne las características antes mencionadas suele también disponer de los conocimientos necesarios.
La capacidad del profesor para individualizar el trato con cada alumno es un aspecto especialmente valorado. Los estudiantes necesitan sentir que sus ideas, sus aportaciones en clase o sus trabajos son apreciados. Además, esperan del docente que muestre una actitud alegre y agradable. Por el contrario, los defectos que más dificultan la relación son el favoritismo, la inconsistencia y la antipatía. Aunque se pide que el profesor tenga sentido del humor, también es importante que sea claro y ordenado, lo que facilita un ambiente de aprendizaje.
Por otra parte, se busca un docente “motivador” y motivado con su materia. La metodología también es importante: los estudiantes prefieren un tipo de aprendizaje más centrado en ellos (en oposición al modelo de la clase magistral), y que exista flexibilidad y variedad en la forma de impartir las lecciones.