Riga. En estos dos últimos años ha habido una fuerte polémica en Letonia en torno a la enseñanza de la historia nacional en los centros escolares de educación primaria. ¿Hay que enseñarla como asignatura única e independiente o como una parte de la historia universal? Este tema ha ocupado durante meses las primeras páginas de los periódicos nacionales, pues tiene una trascendencia cultural y política que se entiende si se tienen presentes los antecedentes históricos de este pequeño país.
Si un aspecto caracteriza a Letonia es haber sido ocupada por otros países a lo largo de los siglos. Ya en 1581, a consecuencia de la guerra de Livonia, se incorpora al reino polaco-lituano. En 1621 es dominada por Suecia. Pero sin duda el punto crucial es la conquista en 1710 por el zar de Rusia, Pedro I, y su incorporación al imperio ruso. En 1918, tras la revolución bolchevique, se proclama la República de Letonia. La independencia dura solamente hasta junio de 1940, cuando el país vuelve a ser anexionado por Rusia. Finalmente, en 1991 Letonia recupera la libertad.
Desde entonces, los profesionales de la educación han hecho un gran esfuerzo para «limpiar» los libros de historia de los dogmas marxistas y comunistas, aunque aún quedan pequeños vestigios. La historia de Letonia pasó de estar integrada en la de la URSS a formar parte de la historia del mundo.
Pero recientemente se ha propuesto otra fórmula: que la historia de Letonia se estudie como asignatura separada en los centros de enseñanza primaria. La finalidad es inculcar a los niños la identidad nacional y el reconocimiento de Letonia como su país propio e independiente a pesar de los avatares históricos.
Después de discusiones en las escuelas, medios de comunicación y círculos políticos, la ministra de Educación y Ciencia ha autorizado a los colegios a enseñar historia de Letonia como materia propia. Así han decidido hacer la mayoría de los centros educativos, incluidos seis colegios rusos donde la mayor parte de los alumnos son de ascendencia rusa. La nueva asignatura se imparte ya en doce escuelas.
La realización de este proyecto piloto ha supuesto un desembolso de 15 millones de lats (21 millones de euros). La suma podría aumentar, pues habrá que pagar no solo la edición del nuevo material didáctico, sino también los seminarios y grupos de trabajo para los docentes.
En los medios educativos y también políticos se han creado grupos a favor y en contra de esta medida.
Los partidarios de que se imparta la historia de Letonia por separado aducen que es necesario educar a los chicos en el patriotismo y fomentar en ellos el sentimiento de pertenencia al país. Según el sector contrario, hay que enseñar la historia de Letonia en el contexto de Europa y del mundo, como se hace en otros países del continente.
La formación de la conciencia nacional no puede menos de constituir motivo de discusión en este país donde el 30% de la población es de origen ruso y de hecho forma una comunidad lingüística distinta. Frente a los que temen que la identidad letona quede diluida, otros recelan de posibles excesos nacionalistas.
Raquel Moreno García