Ocurre en muchos países: la segregación urbanística entre familias ricas y pobres se traslada a las escuelas. Las que concentran a un alumnado más desfavorecido se encuentran frecuentemente atrapadas en un círculo vicioso de absentismo escolar, poca implicación de los padres, profesorado cambiante, escasos recursos educativos, problemas de disciplina...
Para romperlo, no siempre basta el rigor académico u otros incentivos puramente educativos. Primero hay que allanar el camino de obstáculos tan limitantes para el alumno como la inestabilidad familiar, la falta de comida o de medios para la higiene. Ahí es donde entran las community schools, un modelo de éxito que se está extendiendo en Estados Unidos y que podrían replicar otros países.
Las…
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