En países musulmanes donde hay escuelas católicas no es extraño que también cuenten con alumnos musulmanes, atraídos por el prestigio de estos centros. Pero incluso en un país como Francia, un significativo y creciente número de familias musulmanas prefiere elegir una escuela católica para sus hijos, en vez de la escuela pública. Dicen encontrar más tolerancia y atención a sus hijos en las escuelas católicas.
En Francia, un 20% de los alumnos estudian en la enseñanza privada. Pero la privada interesa a muchas más familias, ya que una de cada dos recurre a un centro privado en algún momento de la escolaridad de los hijos. La parte más importante de la privada está formada por 8.800 escuelas católicas, que acogen a unos dos millones de alumnos. Y, aunque no hay estadísticas por religión de los alumnos, educadores católicos estiman que en torno a un 10% son musulmanes, porcentaje superado con creces en una ciudades del norte industrializado o Marsella.
¿Qué les lleva a los musulmanes a escoger la enseñanza católica? Un reciente reportaje en International Herald Tribune (26-09-2008) recoge algunos testimonios significativos. Contra lo que cabría esperar, la escuela pública y laica no es vista como la escuela de todos. A muchos no les molesta estudiar en una clase donde hay un crucifijo, y en cambio sienten como una privación que la religión esté vetada en la escuela en nombre de la “laïcité”.
“Es paradójico, pero hoy la Iglesia católica es más tolerante y está mejor informada sobre el islam que el Estado francés”, dice Soheib Bencheikh, antiguo gran muftí en Marsella, cuya hija mayor estudia en una escuela católica.
“Tenemos el mismo Dios”, afirma una musulmana que también ha elegido un centro católico para educar a su hija.
Y, ciertamente, las escuelas católicas hacen lo posible para acomodarse a las peculiaridades de sus alumnos musulmanes. Toleran que las alumnas puedan llevar si quieren un discreto velo islámico, prenda que fue prohibida en la escuela pública en 2004 después de un acalorado debate. Una de las escuelas mencionadas en el reportaje tiene en cuenta las fiestas musulmanas al programar las reuniones con los padres y ofrece árabe como asignatura opcional.
Este clima de tolerancia no quiere decir que no haya problemas o polémicas a propósito de la visión darwinista de la evolución, o en las clases de historia al estudiar las cruzadas o el conflicto árabe-israelí. Pero los padres valoran también otros factores: escuelas menos masificadas que las públicas, buena calidad de enseñanza, un ambiente donde cuentan las buenas maneras.
Quizá en el futuro se vayan desarrollando escuelas musulmanas, aunque no hay unanimidad entre la comunidad musulmana sobre su conveniencia. A diferencia de los católicos y de los judíos, que tienen una gran experiencia en crear sus propias escuelas, a los musulmanes les falta un modelo. Y en las clases complementarias que se dan en mezquitas a menudo impera una visión radical del islam.
Por ahora solo existen cuatro escuelas islámicas en todo el país, y solo una de ellas -un liceo en Lille- ha cumplido los requisitos para recibir financiación pública (cfr. Aceprensa 111/03). En Francia, las escuelas privadas que reúnen una serie de condiciones reciben fondos públicos para pagar el salario de los profesores y buena parte de los costes de funcionamiento.