Informe mundial sobre la educación, de la UNESCO
En buena parte del mundo, los profesores realizan su trabajo en condiciones difíciles. En los países en desarrollo se enfrentan con penuria de medios. En el mundo avanzado, los problemas familiares de los alumnos enrarecen el ambiente escolar y obligan a los maestros a suplir funciones de los padres. Estos son algunos rasgos del retrato que ha dibujado la UNESCO en su Informe mundial sobre la educación 1998, dedicado en esta ocasión a «Los docentes y la enseñanza en un mundo en mutación» (1).
El informe aporta importantes indicadores y estadísticas sobre la educación mundial, y ofrece un análisis de la situación de los docentes, que refleja las tremendas diferencias de medios materiales entre países ricos y pobres.
Para entender las comparaciones del informe entre las diversas regiones del planeta, conviene aclarar la terminología. Los países «más desarrollados» son los que se suele llamar también «industrializados». Los «menos desarrollados» vienen a ser los «países en desarrollo»; dentro de éstos, se distingue a veces un grupo de «países menos adelantados», o sea, los más pobres, la mayoría en el África subsahariana. El catálogo se completa con los «países en transición» (los del antiguo bloque soviético).
En total existen en el mundo 57 millones de docentes, 15 millones más que en 1980, para casi 1.200 millones de alumnos. La distribución por regiones ha variado, en paralelo con la evolución demográfica del planeta. En 1980, el 59% de los profesores estaba en los países menos desarrollados; el 27%, en los más desarrollados, y el 14%, en los países en transición. En 1995, las proporciones son, respectivamente, 64%, 23% y 13%. El número -y el porcentaje con respecto al total mundial- aumentará considerablemente en las regiones menos desarrolladas, según las previsiones actuales.
Faltan maestros
A juicio de la UNESCO, el número de profesores sigue siendo insuficiente: si sigue creciendo al mismo ritmo, en el año 2005 casi 870 millones de personas mayores de 15 años serán analfabetas (de ellas, 558 millones de mujeres). Aunque ha habido importantes mejoras en los últimos años, el informe destaca que la mayoría de los profesores carecen de los recursos y apoyos necesarios para cumplir su labor con eficacia. Existe, además, un estancamiento y aun descenso de los salarios, a la vez que aumentan las cargas laborales.
La UNESCO calcula que en el mundo están sin escolarizar 145 millones de niños de 6 a 11 años (enseñanza primaria) y 284 millones de 12 a 17 años (enseñanza secundaria). Entre ellos, las niñas son mayoría, con bastante diferencia: 85 millones en el primer intervalo de edades, y 151 en el segundo.
Feminización del profesorado
La situación se invierte si se pasa de los pupitres a las tarimas. Una aplastante mayoría de docentes son mujeres, aunque los porcentajes varían mucho por países (ver gráfico). Las excepciones están en África subsahariana y en Asia meridional, donde el profesorado es todavía mayoritariamente masculino. Aun así, en las regiones menos desarrolladas ha crecido la presencia femenina en la docencia, lo que, según la UNESCO, ha ayudado a que aumente también la proporción de niñas escolarizadas. En los países avanzados, la presencia de la mujer es predominante, con cerca de un 95% de maestras en la educación preescolar.
La feminización de la profesión docente es a veces motivo de preocupación, por la «desmasculinización» que implica. En concreto, el fenómeno se juzga peligroso en la enseñanza secundaria de los países más desarrollados. Allí, muchos chicos adolescentes provienen de familias en las que falta el padre: si no tienen profesores de su sexo, han de madurar sin modelos masculinos. El problema que esto puede suponer resalta más si se tiene en cuenta la variedad de funciones que en esas zonas han de desempeñar los maestros, a consecuencia, precisamente, de la desintegración familiar.
Otros interpretan el predominio de la mujer como una señal de discriminación, apuntada también por el informe de la UNESCO: si los salarios son más bajos en la enseñanza que en otros sectores, puede ser en parte porque la docencia no es una profesión «masculina». De todas formas, esta valoración se formula como conjetura, ya que en ningún país avanzado las profesoras tienen salarios inferiores a sus colegas masculinos. Sí hay indicios de posible discriminación en los países menos desarrollados o en transición, donde las mujeres ocupan pocos cargos de dirección y de organización en las escuelas.
Presupuestos cortos
Como dice el informe, «el aumento de la recompensa material de la docencia y la mejora de la situación de los docentes no han sido en general preocupaciones prioritarias de las políticas de educación». En ningún país del mundo el gasto educativo ha alcanzado el 6% del PIB recomendado en 1991 por la UNESCO a través de la Comisión Internacional para la Educación en el Siglo XXI.
Pero la cortedad de los presupuestos educativos es más evidente en unas regiones que en otras. Así se comprueba al examinar el estado material de las escuelas en los países menos desarrollados. Allí, un tercio de los alumnos estudian en aulas en las que no hay ni siquiera pizarra. Para otros tantos, los materiales didácticos disponibles se reducen a la tiza y el encerado. Muchas escuelas sobreviven sin agua ni libros de texto. Una mesa y un asiento para el profesor son en muchos países un lujo reservado a la minoría. En Benin, Burkina Faso, Etiopía y Tanzania, más del 90% de las escuelas primarias carecen de electricidad.
La formación de los profesores
El perfil de edad del profesorado es también diferente según las regiones del mundo. En los países menos desarrollados, los docentes son muy jóvenes: significa, entre otras cosas, que «son necesarios sistemas de asesoramiento y supervisión profesionales bien planificados», que apenas existen. Esta carencia coincide con otra más preocupante: «El porcentaje de los docentes del mundo que han cursado al menos estudios secundarios es superior al de hace treinta años, pero aún hay numerosos países en los que una cantidad significativa de educadores no han alcanzado ese nivel». En Togo, por ejemplo, sólo un tercio de los docentes posee estudios primarios, lo que muestra que allí -como en otros países- no se ha cumplido la resolución de la UNESCO de 1966 que reclamaba el reconocimiento de la docencia como profesión.
Los datos sobre número de alumnos por profesor (ver tabla) y sobre horas de clase semanales por profesor, reflejan también desigualdades. En general, los maestros de los países menos desarrollados imparten más horas de clase y tienen más alumnos. Sin embargo, como advierte la UNESCO, en muchos casos el problema no está en el tamaño de las clases. En las regiones menos adelantadas, el elevado número de alumnos por profesor suele deberse no a que se imparta clase a grupos grandes, sino a que las escuelas acogen a los niños en varios turnos, con los mismos profesores. La consecuencia más inmediata es que los alumnos, aunque estén en grupos relativamente reducidos, tienen menos horas de clase.
El informe señala que esto suele implicar falta de control sobre la asistencia y una atención menos personalizada a los estudiantes, lo cual es una de las causas del alto índice de abandono de los estudios. Por ejemplo, de los alumnos que empiezan la primaria, en Asia meridional abandonan antes del quinto curso el 36%; en Latinoamérica y el Caribe, el 32%; en el África subsahariana, el 30%.
Cambios en el alumnado
El informe apunta también los importantes cambios que se están dando entre el alumnado, especialmente en los países industriales: es más variado que el de hace veinte años en cuanto a sus orígenes sociales, intereses y aptitudes. Además, la inmigración ha provocado una mayor diversidad étnica, que condiciona la atención y hasta los planes de estudio.
Por otro lado, los problemas derivados de la desintegración de la familia, las desigualdades sociales y el tráfico de drogas, están ocasionando graves problemas sociales en los barrios más pobres de las grandes ciudades. En estos lugares, con una conflictividad cada vez más peligrosa, «los maestros -dice el informe- están llamados a desempeñar funciones (padre, policía, sacerdote) bastante distintas de aquellas para las que sus estudios les prepararon en la mayoría de los casos». Pero la conflictividad y la violencia escolar no son exclusivas de los alumnos de barrios marginales: «Las aptitudes de los alumnos para los estudios y la falta de interés en el programa educativo pueden plantear problemas más graves a los docentes que sus comportamientos o sus orígenes familiares y sociales». Por eso, la formación de los profesores ha de dirigirse también a proporcionarles «capacidades en materia de enseñanza extraescolar y relaciones con los padres y la comunidad en general».
Las nuevas tecnologías
Por último, el informe dedica un capítulo a las nuevas tecnologías. La irrupción de la informática en los centros docentes está provocando aún mayores diferencias, ya que la gran mayoría de los países carecen de las infraestructuras básicas para acceder a ella. Un simple dato ejemplifica esta desigualdad: en toda África el número de teléfonos apenas supera al de la ciudad de Tokio. Por otra parte, la informática está alterando también las funciones del profesor (en algunas aulas virtuales se le llama entrenador o moderador), los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como la elaboración y presentación de los materiales didácticos. Para la UNESCO, la elaboración de los programas educativos informáticos no debe dejarse en manos del comercio y la industria.
Adolfo Torrecilla_________________________(1) Informe mundial sobre la educación 1998: Los docentes y la enseñanza en un mundo en mutación. Santillana/Ediciones UNESCO. Madrid (1998). 174 págs. Disponible también en francés y en inglés.