Parecería natural suponer que en los países en desarrollo la escuela privada es solo para los ricos. Pero en todas partes los pobres -como cualquiera- buscan lo mejor para sus hijos, y donde la enseñanza estatal es deficiente, no se resignan a darles una formación de mala calidad. Con gran sacrificio en muchos casos, a veces merced a la generosidad de unos parientes, se las ingenian para llevarles a un centro privado. Ofrecemos ejemplos de tres continentes.