El gobierno francés quería empezar el curso escolar con un gran debate sobre la reforma educativa. Pero el debate que ha armado más ruido en la escuela tiene que ver con la indumentaria de las alumnas. Las modas más llamativas de la temporada van por los extremos: velo islámico o pantalones de cintura baja combinados con el tanga. No enseñar ni un cabello o dejar una generosa parte de la cadera a la vista. Preguntado sobre estos temas, el viceministro de Educación, Xavier Dercos, ha respondido que no habría que descartar algún tipo de indumentaria común en la escuela para favorecer el respeto mutuo y evitar que la vestimenta señale los orígenes de los alumnos.
Llevar el velo islámico les ha costado a dos hermanas, Alma y Lila, estudiantes de 18 y 16 años, ser expulsadas de un liceo de Aubervilliers, a las afueras de París. El Consejo de disciplina del liceo tomó esta decisión después de que las alumnas se negaran a aceptar la solución de compromiso propuesta por la dirección: reemplazar el velo islámico por un pañuelo menos ostentoso. Su caso es uno de los conflictos que periódicamente plantea la cuestión de los signos religiosos en la escuela (ver servicio 134/03). Según el Consejo de Estado, el uso de signos religiosos por los alumnos no es de por sí incompatible con el principio de laicidad en los establecimientos públicos, mientras no perturben las actividades docentes ni por su «carácter ostentoso» constituyan un acto de «provocación o propaganda». ¿Cuándo es ostentoso el velo? El año pasado esta cuestión causó unos 150 conflictos en escuelas francesas, según datos de Hanifa Cherife, mediadora nombrada por el Ministerio de Educación para este problema.
Por un tipo de provocación totalmente contraria, diez chicas de un instituto de Ribeauvillé fueron enviadas a casa a principios de octubre para que cambiaran su vestimenta. El pantalón de cintura baja combinado con un tanga fue considerado una indumentaria provocativa e inconveniente. El nuevo reglamento aprobado en el instituto obliga a que la vestimenta de los alumnos esté de acuerdo con «la decencia y la seguridad».
Las autoridades educativas, que bastantes problemas tienen para hacer respetar la disciplina en la escuela, se encuentran incómodas con esta nueva polémica, hasta el punto de añorar algún tipo de uniforme escolar. En declaraciones al diario popular Le Parisien (9-X-2003), el viceministro de Educación, Xavier Darcos, afirmaba que la vuelta al uniforme escolar «es una cuestión que merece plantearse». Sugiere que podría ser una camiseta con los colores de la escuela o de la clase, como se hace en escuelas públicas de Canadá, de Finlandia o de las Antillas, y en no pocos centros privados.
En cualquier caso, el ministro recuerda que «la escuela no es una sala de fiestas» y que es normal que se exija a las alumnas que su vestimenta «no provoque a nadie». Le ha hecho eco Segolène Royal, que ocupó el mismo puesto que Darcos en el anterior gobierno socialista. «A ojos de los chicos, el tanga reduce a las chicas a su parte posterior. Luego nos sorprendemos de que las adolescentes sean víctimas de acosos o de violencias sexuales», considera la diputada socialista.
Las palabras del ministro habrán satisfecho a Alma y Lila, que dicen no comprender por qué el uso del velo es un problema mientras que la escuela está llena de vestimentas ostentosamente llamativas.
En un sentido más general, el ministro Darcos se ha manifestado contrario a las vestimentas que «señalan los orígenes de los alumnos», para evitar así los fenómenos «comunitaristas». Los orígenes pueden ser también sociales, pues el profesorado lamenta que los alumnos compitan por llevar prendas de marca.
Motivos de este tipo son los que han llevado a reimplantar el uniforme en escuelas públicas norteamericanas. Las autoridades han comprobado que los uniformes hacen menos visibles las diferencias sociales entre los alumnos, dan una imagen más seria a la clase y una impresión de comunidad más unida.
La mayor exigencia en la vestimenta es solo un aspecto del esfuerzo por recuperar la disciplina en la escuela. En el contexto de las medidas contra la violencia escolar, el propio Darcos proponía en la citada entrevista restablecer la obligatoriedad de tratar de usted a los profesores.
Y es que la enseñanza pública está comprobando que la pérdida de imagen provoca un trasvase de alumnos hacia la privada concertada. Este curso la enseñanza católica aumentó sus efectivos en 12.088 alumnos. A esto hay que agregar que rechazó a unos 20.000 alumnos inscritos en listas de espera, además de todos los que fueron disuadidos por teléfono. La demanda es especialmente fuerte en la enseñanza secundaria, donde son más vivos los problemas de violencia y de fracaso escolar.