El gobierno de EE.UU. anunció el año pasado que iba a quitar las trabas que prácticamente impiden la creación de escuelas públicas no mixtas. Rosemary Salomone, que acaba de publicar un libro sobre este tema, hace unas declaraciones al Christian Science Monitor (1 julio 2003), en las que explica por qué apoya esta decisión.
Rosemary Salomone es profesora de la Facultad de Derecho de St. Johns University (Nueva York) y empezó a interesarse por el tema cuando solicitó su asesoramiento jurídico la fundadora de Young Womens Leadership School en Harlem. Esta escuela pública para chicas, que hace hincapié en la enseñanza de matemáticas y ciencias, abrió en 1996 y ha conseguido ir adelante a pesar de algunos recursos ante los tribunales. También ha inspirado la fundación de otras escuelas autónomas -charter schools- solo para chicas en Chicago.
En la investigación para su libro, Salomone estudió los intrincados debates ideológicos y legales sobre esta cuestión en EE.UU., y visitó las escuelas de secundaria en Filadelfia y Baltimore que han mantenido su estatus de escuelas solo para chicas mientras que en el país se imponía la coeducación.
En su nuevo libro, Same, Different, Equal: Rethinking Single-Sex Education (Yale University Press), defiende que hay sitio para las escuelas no mixtas en la enseñanza pública.
En sus declaraciones, Salomone resume su experiencia en una escuela solo para chicas: «No había la tradicional polarización entre chicos y chicas que a menudo se da en la enseñanza mixta. Una chica podía presidir la asociación de estudiantes o dirigir la revista de la escuela. Teníamos un equipo de baloncesto campeón. Al ir a clase no tenías que preocuparte por tu apariencia física. Y todo esto te daba una sensación de amplitud de posibilidades».
La oposición a las escuelas no mixtas la atribuye a un malentendido, a la falsa imagen de ser una reliquia del pasado. «Algunas de las actitudes negativas provienen de la histórica exclusión de las mujeres de una enseñanza solo para chicos. Pero en las escuelas que he visitado se trata de dar a los estudiantes las capacidades, las actitudes y el conocimiento que les permitan elevarse, no solo desde el punto de vista académico, sino también social».
«He encontrado una clara división entre las mujeres que se consideran a sí mismas feministas. A menudo las que apoyan esas escuelas estudiaron en una escuela secundaria o en un college solo para chicas. Las que se oponen nunca han estado en una de esas escuelas y parecen ancladas en una cierta idea de la igualdad entre hombres y mujeres basada puramente en la igualdad de trato, de acceso y de asimilación, que responde en gran parte al movimiento feminista de los años setenta».
Por razones propias de la lucha contra la segregación racial, el Tribunal Supremo dictaminó en 1954 que la separación de los niños negros y de los blancos era de por sí discriminatoria. De ahí que algunos interpretaran después que la separación es inherentemente discriminatoria, no solo respecto a la raza, sino también por cualquier criterio relevante, incluido el sexo.
Sin embargo, hoy día hay educadores que están deseosos de establecer la opción de escuelas no mixtas. Salomone cree que responde a una demanda de los padres, también en familias con menos recursos que hasta ahora no pueden elegir.
«Llevamos cuatro décadas de programas de educación compensatoria para estudiantes con riesgo de fracaso escolar, sobre todo en zonas urbanas deprimidas. Y a pesar de haber dedicado sumas importantes a cambiar sus circunstancias académicas y sociales, estos programas no han logrado parar esta espiral descendente. (…)
«El movimiento a favor de la elección de escuela ha creado unas sanas expectativas en las familias pobres, que creen que ellas también tienen derecho a escoger la educación de sus hijos. Cuando se habla con los padres que han llevado a sus hijos a estas escuelas no mixtas, están seguros de que ha sido una decisión acertada para sus hijos».
«La igualdad no significa necesariamente proporcionar lo mismo a todos», aclara Salomone. «A veces, para alcanzar la igualdad de oportunidades tenemos que proporcionar distintos tipos de oportunidades a los estudiantes».
Curiosamente, en los últimos tiempos el hecho de que los chicos estén obteniendo peores notas que las chicas ha llevado a reivindicar escuelas no mixtas, para dar una enseñanza más adaptada a las necesidades de los chicos. Salomone piensa que «cuando se examinan los datos, se observa que los chicos y las chicas se ven condicionados de diferentes modos. Quizá muchas chicas pueden beneficiarse de una escuela solo para ellas en los cursos intermedios [12 a 14 años] y algunos chicos en los grados inferiores. Recuerdo que me encantó ver una clase llena de chicos de cursos intermedios tocando el violín. Resultaría difícil ver eso en una escuela mixta. En una escuela solo para ellos, los chicos tienen la oportunidad de destacar en actividades que serían consideradas femeninas».