¡No os dejéis vencer por el cinismo!

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Las humanidades han sido durante mucho tiempo un terreno abonado para la sospecha. Por influjo del estructuralismo y otras teorías críticas, a partir de los años sesenta se impuso la moda de diseccionar las grandes obras de la civilización occidental en busca de prejuicios ocultos. En este clima de repudio a la tradición, Daniel J. Mahoney, profesor de Ciencias Políticas en Assumption College, tiene una propuesta más interesante: la magnanimidad.

Los estudiantes a los que habló Mahoney se disponen a dejar el Trivium School en Lancaster (Massachusetts), un colegio católico con un enfoque pedagógico centrado en la educación liberal y el método socrático. Ahora que previsiblemente muchos emprenderán carreras de humanidades, tendrán ocasiones de sobra para debatir con los partidarios de deconstruir la literatura y el pensamiento occidentales.

En su discurso en la ceremonia de graduación, publicado por The Catholic World Report, Mahoney les exhortó a mantener una actitud agradecida, pronta a reconocer los dones recibidos, entre los que incluye el “excepcional regalo” de una educación clásica y cristiana.

“La gratitud debería ser la primera respuesta de la persona humana, no la queja, ni la indignación ni un falso sentido de la independencia radical (…). Tenemos múltiples razones para estar agradecidos por los regalos de la vida, el amor, la familia y la sabiduría. También tenemos motivos para estar agradecidos por ser lo suficientemente afortunados como para vivir en un país libre donde todavía es posible la búsqueda sin trabas de la verdad, la virtud y la auténtica felicidad”.

“No hagáis nada que contribuya a este amargo rechazo de la grandeza, la santidad y la nobleza”

El agradecimiento por la herencia recibida debe ir de la mano del compromiso por custodiarla, principalmente ante la corrección política y el relativismo. Frente a quienes propugnan que los seres humanos “somos incapaces de distinguir el bien y el mal”, les recordó el ejemplo de Innokenty Volodin, un personaje de la novela autobiográfica de Aleksandr Solzhenitsyn El primer círculo. Con más complicidad hacia el régimen soviético, ese intelectual habría podido salvarse de la represión en un campo de internamiento. Pero mostró “que la verdad, la belleza y la integridad moral son mucho más importantes que el poder, las riquezas e incluso la autoconservación”.

Abiertos a la admiración y al asombro

Hoy, en Estados Unidos, esa amenaza queda lejana. Pero si Volodin tuvo el coraje de enfrentarse a las servidumbres del marxismo y el hedonismo, también los estudiantes tendrán que hacer frente a otras formas de materialismo. Por eso, les pide “un continuo y esmerado cuidado del alma (…). No debéis olvidar que no hay verdadera felicidad sin atención a nuestras almas”.

También les aconseja magnanimidad: “Permaneced abiertos a la grandeza humana en todas sus formas”. Y aquí incluye la admiración por los santos y los héroes; mujeres y hombres que forjaron una vida virtuosa mientras aspiraban a lo más alto.

Mahoney les previene frente al pesimismo de una mentalidad y una éticas cuasi nihilistas, “que pretenden derribar todo lo grande, noble y perdurable. Esta cultura de ingratitud nos enseña a odiar a nuestro país y a despreciar la civilización clásica y cristiana (…). No hagáis nada que contribuya a este amargo rechazo de la grandeza, la santidad y la nobleza. No sucumbáis a argumentos sofísticos que pretenden arrancaros el alma. Manteneos ‘ingenuos’ y seguid admirando todo aquello que merece admiración”.

“Nunca os conforméis con la mediocridad o el resentimiento (…). Reflejad lo verdadero, lo bueno y lo bello en vuestras almas, mientras cultiváis un saludable respeto por la fragilidad humana y el pecado, el vuestro y el de los demás. Manteneos firmes en la justicia, pero tened misericordia y compasión con los que flaquean”. Para ese discernimiento, les pide que sigan confiando en “los poderes de la fe y la razón” que les han inculcado en estos años.

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