En la escuela de algunos países se abre paso la idea de que la educación del carácter es tan importante como los resultados académicos, y muchas veces el recurso para mejorarlos.
La obsesión por el liderazgo, común entre las universidades de élite norteamericanas, minusvalora otras cualidades igual de necesarias para una sociedad.
La experiencia ha enfriado el entusiasmo por los cursos masivos por Internet, que no están cumpliendo las expectativas. Sin embargo, en África parecen saber sacarles mayor partido.
Tras la caída del comunismo o del “apartheid”, nuevas universidades privadas ayudaron a absorber un rápido crecimiento de alumnos, pero ahora tienen dificultades para sostenerse.