Una propuesta planteada para la enseñanza pública en Madrid provoca un debate sobre las ventajas e inconvenientes de separar a los mejores en la escuela.
En la sentencia que da el visto bueno al crucifijo en las escuelas públicas, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos propone argumentos importantes que delimitan las exigencias de la laicidad y la distinguen del laicismo.
Profesores, alumnos y trabajadores de universidades españolas publican un manifiesto en defensa de la libertad religiosa, tras la profanación de una capilla en la Universidad Complutense de Madrid.
La angustia por conseguir plaza para un hijo en la universidad deseada no es una peculiaridad exclusiva de japoneses. En Estados Unidos también se da, cuenta un padre que la ha sufrido.
Peligra la continuidad de colegios y empleos de profesores, y muchas familias se quedarán sin posibilidad de escoger centro donde tener enseñanza gratuita para sus hijos.
Acuciadas por los problemas económicos, universidades norteamericanas y británicas han cerrado departamentos humanísticos. Este asunto ha generado un encendido debate e iniciativas concretas en defensa de las humanidades.
En Carolina del Sur la enseñanza pública se ha abierto también a la educación diferenciada. David Chadwell, que ha coordinado este proceso, considera que hay que actuar en función de los resultados educativos.
Que en un país haya muchos o pocos alumnos repetidores no es un índice directo de la calidad del sistema educativo. Depende de la postura sobre si es bueno o no hacer repetir, cuestión muy discutida.
Con el telón de fondo de la llamada crisis de los chicos en la escuela, resulta lógico que se discutan los modelos educativos que pretenden aportar una solución, entre ellos la educación diferenciada.
El último informe PISA ha vuelto a constatar que a las niñas se les da mejor la lectura y a los niños las matemáticas. Pero achaca estas diferencias a simples estereotipos sociales. ¿Eso es todo?