En buena parte de España avanza la zonificación escolar, mediante oficinas centralizadas para asignar plazas que dan prioridad al domicilio y a la renta familiar, no pocas veces ligada al barrio. En cambio, entre las familias se extiende el deseo de elegir escuela, como indica el capítulo 2 de un estudio (1), basado en una encuesta, financiado por la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
La elección de centro escolar está condicionada en primer lugar por la oferta disponible. En España predomina la enseñanza pública, que comprende dos tercios del alumnado. Del resto, la mayoría va a centros concertados; los privados sin concierto son la menor parte.
La enseñanza privada es escasa en el medio rural y en localidades de menos de 10.000 habitantes. Además, la oferta privada varía mucho según la comunidad autónoma.
La muestra examinada en el estudio de Funcas (820 padres y madres de alumnos) refleja la situación real. El 66% de los chicos correspondientes a las familias encuestadas estudian en colegios públicos; el 29%, en centros concertados (22% en centros confesionales más 7% en centros no confesionales), y el 4%, en centros privados (3% en privados no religiosos y 1% en privados religiosos).
En las poblaciones con menos de 10.000 habitantes, solo van a colegios concertados o privados el 15% de los alumnos; en cambio, la proporción es el 53%, muy superior a la media nacional, en las ciudades con más de 200.000 habitantes. El contraste entre comunidades es también fuerte: los centros privados (concertados, sobre todo) tienen el 50% de los alumnos de la muestra en Madrid y el 42% en Cataluña, frente a solo el 21% en Andalucía.
Razones para elegir colegio
¿Qué razones tienen los padres para escoger uno u otro tipo de colegio, dentro de las posibilidades de hacerlo? El estudio señala primero que, pese a la fuerte presencia del sector confesional en la enseñanza concertada, la religiosidad de la familia no parece ser un criterio determinante. En los distintos tipos de centros, la distribución de padres según las creencias es muy parecida a la observada en el total de la muestra. Las mayores diferencias se dan en los colegios privados no confesionales, donde hay mucho mayor proporción de no creyentes (23,5%).
En la elección parece influir mucho más el nivel socioeconómico y cultural de la familia. El porcentaje de los que llevan a los hijos a escuelas concertadas o privadas sube con el grado de instrucción, del 22% de los que solo hicieron estudios primarios hasta el 53% de los que tienen título superior.
Los que no tienen opción
Sin embargo, esos factores no son las razones expresamente aducidas por los padres cuando se les pregunta por qué optaron por el colegio al que llevan a sus hijos. Una parte no despreciable, el 13,4% dicen que no pudieron elegir, proporción un poco inferior a la registrada en una edición anterior del estudio (año 2000), a saber, 15,7%. (La encuesta permitía dar dos razones como máximo, y los porcentajes son los de padres que mencionaron cada razón en primero o en segundo lugar.)
Los autores del estudio señalan que la imposibilidad de elegir no afecta solo a las familias residentes en poblaciones pequeñas, donde no hay más que un centro educativo. También están en el mismo caso las que viven en localidades más grandes y con varios colegios, pero no tienen más que uno en la zona del mapa escolar donde tienen el domicilio. Además, un 4%, sin mencionar imposibilidad estricta de elegir, dice que cuando el hijo pasó a Secundaria, hubo de matricularle en el instituto que le correspondía según el colegio donde había cursado la Primaria.
Los centros públicos se eligen menos
Que no fue posible elegir es la tercera respuesta más frecuente. La primera, dada por el 57,4%, es que escogieron el colegio por la cercanía al domicilio. La segunda (36,7%), es la calidad de la educación que ofrece el colegio.
En cuarto lugar (13,3%) aparecen las recomendaciones de familiares, amigos o vecinos. Sigue la tradición familiar: el 11,3% de los padres quiso que el hijo fuera a la misma escuela en que él o ella estudió. El 10,4% escogió para el segundo hijo o sucesivo el colegio al que ya iba algún hermano mayor.
Otro criterio tiene probablemente, según los autores, más peso real que el resultante de la encuesta: “el ambiente de los chicos que van a ese colegio”, mencionado expresamente por el 9,3% de los padres. En conversación libre, unos padres dijeron que, al pasar del colegio al instituto, sus hijos querían permanecer con los mismos compañeros, que generalmente son amigos del barrio. En estos casos, la preferencia por un ambiente escolar refuerza la zonificación. Otros padres, en general de clase acomodada, pensaban más en el estatus social del alumnado en el centro elegido.
Por último, los autores anotan un contraste significativo: “Las razones de la elección de un centro público son distintas de las de la elección de uno privado o concertado. En el primer caso, se menciona mucho más el ‘no poder elegir’ (…) y la cercanía. (…) Los que eligieron un centro concertado o privado mencionan menos la cercanía (especialmente los que citan uno privado), y más la calidad”. Concretamente, la calidad es un criterio importante para el 10% de los padres de alumnos de escuelas públicas, el 32% de los de concertadas y el 43% de los de privadas“.
La mayoría quiere equilibrio entre público y privado
El cuestionario incluía una pregunta que se planteó también en una encuesta realizada diez años antes, en 1998: si el sistema educativo español debería ser público, privado o mixto; quien respondía que mixto había de precisar si lo prefería con predomino público, con predominio privado o equilibrado. La comparación entre uno y otro sondeo muestra un cambio de opinión.
“La preferencia por ‘lo público’ se ha reducido significativamente: en 1998, un 52% era partidario de un sistema educativo únicamente público, y un 16,5%, de uno mixto con predominio público (grosso modo, el actual), mientras que en 2008 la preferencia por un sistema exclusivamente público habría caído al 22%, y la preferencia por uno de predominio público habría ascendido algo (hasta el 24%)”. En cambio, “lo más significativo es el aumento de la preferencia por un mixto equilibrado, que se ha duplicado, del 23% al 46%. Según ello, los españoles (los padres de alumnos) parecen dispuestos a aceptar dosis sustancialmente mayores de enseñanza concertada o privada en España”.
La encuesta de 2008 también permite apreciar cómo ha variado la opinión sobre el cheque escolar, y en este caso los últimos resultados se pueden comparar con los de dos años anteriores: 1998 y 2000. Ahora, la idea suena menos abstracta en los oídos españoles, pues hay experiencias de cheque, limitadas al nivel preescolar, en algunas comunidades autónomas.
En los cuestionarios, el cheque se describía así: “Por cada niño, el Estado otorgaría a los padres una cantidad, igual para todos, para pagar la educación de ese niño, y los padres decidirían libremente dónde gastarla, en un colegio público o en uno privado”. Dicen los autores: “La respuesta de los padres españoles es claramente favorable al cheque escolar en esta formulación, pues a un 69% algo así le parecería muy bien o bastante bien, superando de este modo al porcentaje equivalente para el año 2000 (53,5%) y el del año 1998 (47%)“.
Con más libertad habría más igualdad
Si, gracias al cheque escolar o de otra manera, todos los padres pudieran en efecto cambiar de tipo de centro, ¿cuántos lo harían? De los que tienen a sus hijos en centros públicos, el 14% los pasarían a uno privado o concertado con seguridad, y el 18%, probablemente. Entre los padres de alumnos de colegios privados o concertados, los cambios seguros a otro público serían el 22%, y los probables, el 26%.
Como la elección es más frecuente entre quienes recurren a escuelas privadas o concertadas que entre la clientela de las públicas, resulta paradójico que haya más familias inclinadas a pasarse de la privada a la pública que de la pública a la privada. Según los autores, eso podría deberse a que la familia media de los centros no públicos está más dispuesta a cambiar, por tener más iniciativa o más recursos.
En todo caso, no parece que la red pública tenga mucho que temer si aumentan las posibilidades de elegir escuela. Si cambiaran solo los padres que se declaran seguros de hacerlo si pudieran, el alumnado de la pública bajaría muy poco: del 66,6% al 64,6% del total, y el de la privada o concertada subiría en la misma medida: del 33,4% al 35,4%. Si también se cambiaran los que lo consideran probable, la distribución quedaría en 61,4% y 38,6%.
Pero el pequeño cambio en número iría acompañado de otro mayor en distribución por estatus socioeconómico. Justo eso es lo que temen los contrarios a la libertad de elegir escuela: creen que llevaría a una mayor segregación social de los centros, pues las familias acomodadas tenderían a concentrarse aún más en los centros privados.
La encuesta no abona esa idea. Según las respuestas de los padres, en los colegios públicos subiría la proporción de alumnos de clase alta, media-alta o media. En la enseñanza privada, la presencia de la clase media apenas variaría, pero la de clases bajas aumentaría del 8,3% al 13,2% si se dieran solo los cambios seguros, o al 18,4% si se dieran también los probables, y la de clases altas disminuiría del 49,6% al 45,8% o al 39,7%.
Concluyen los autores: “Todo ello cuestiona lo bien fundado de los argumentos que critican la libertad de elección por razones que tienen que ver con la mayor desigualdad social que se derivaría de la aplicación de un grado mayor de libertad; lo más probable es que sucediera lo contrario”.
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NOTAS
(1) Víctor Pérez Díaz, Juan Carlos Rodríguez y Juan Jesús Fernández. Educación y familia. Los padres ante la educación general de sus hijos en España. Fundación de las Cajas de Ahorros. Madrid (2009). 270 págs. 13 €.