Un progresista contra la intolerancia de izquierdas

Fuente: The Wall Street Journal
publicado
DURACIÓN LECTURA: 2min.

 

Cuando en varios centros de educación superior de EE.UU. estudiantes de ideología progresistas boicotean, a veces con violencia, la presencia de oradores de tendencia conservadora en los campus, Leon Botstein, director del Bard College de Nueva York, tiene claro que nada puede obstaculizar allí el libre debate de ideas.

 

En un artículo en el Wall Street Journal, el escritor y docente Daniel Akst aborda el modo en que Botstein ha evitado en su centro la tendencia a apagar las voces discordantes con el mainstream.

Para el director, el derecho a presentar puntos de vista contrarios, a debatirlos y a escuchar otros argumentos “es un principio fundamental tanto de la libertad académica como de la libre expresión”. Con ese ethos, en Bard, donde estudian 1.900 jóvenes, no se ha dado ninguna de las revueltas estudiantiles que han alterado la normalidad de otros centros.

“Los estudiantes y el claustro gravitan hacia la izquierda, como cabría esperar –señala Akst–, pero Botstein no ha dudado en incorporar conservadores al cuerpo docente, además de personas como yo, que no encajan fácilmente en la izquierda o la derecha”.

Según el director de Bard, “vivimos en una época en que las personas son extremadamente intolerantes para escuchar cosas con las que no están de acuerdo. Está el argumento de que permitir cosas en las que no crees es de alguna forma legitimarlas. No creo que esto sea lo correcto, porque en una comunidad académica no hay tal cosa como el libre discurso sin respuesta. No puedo dar una conferencia en una institución y marcharme sin responder preguntas. No puedo presentar una ponencia científica y que no haya nadie que se levante y me diga: ‘Bien, ¿y cómo sabe usted esto? Quizás está equivocado. ¿Qué hay de esos otros datos?’”.

“Se trata de una disposición para escuchar. Lo que más temo es la ausencia de civilidad, no la discusión. Tienes que transmitir a los estudiantes que tú estás básicamente de su lado. Ellos ven un mundo lleno de injusticia y que hay un exceso de retórica que no casa con la realidad; son impacientes, lo cual va con su edad, y no somos sus adversarios, sino sus abogados. Pero defenderlos no implica estar de acuerdo con ellos siempre. Implica que los tomes en serio”.

Lo que molesta a Botstein, concluye Akst, es el absolutismo de lo doctrinario, pues su único dogma es, en sus palabras, “el poder de la razón, de la discusión, del lenguaje, de la investigación crítica, y la voluntad de probar cosas y de revisar el criterio propio”.

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