La joven estadounidense Grace Lidinsky-Smith, que años atrás se sometió a una “reasignación de sexo”, ha contado su dura historia personal en el programa “60 Minutos”, de la cadena CBS. Ello le ha valido el ataque de activistas trans, quienes presionaron para que el episodio fuera “censurado o cancelado”.
A propósito de ese suceso, la joven ha contado en Newsweek la historia que el lobby LGTB quiere silenciar: la de una persona –ella– que a principios de la veintena cayó en depresión y empezó a experimentar disforia de género –inconformidad con su sexo biológico–, por lo que pensó que su destino era someterse a una “reasignación” quirúrgica para comenzar a vivir como hombre.
“Tuve el ambiente más favorable que se puede tener para la transición: acceso fácil a tratamiento hormonal, cobertura médica, y una comunidad que me afirmaba en mi deseo. Lo que no tuve fue un terapeuta que me ayudara a examinar mis problemas subyacentes, que estaban ahí antes de que yo tomara cualquier decisión médica seria. Me diagnosticaron disforia de género y me dieron luz verde para empezar la transición. Eso, desde mi primera visita al médico”.
Según explica, empezó el tratamiento con hormonas masculinas, y cuatro meses después le hicieron una mastectomía. Pero si el día que recibió la primera inyección de testosterona lloró de alegría, un año después ya lo lamentaba profundamente.
“Mi disforia de género, que para mí era la prueba de que verdaderamente quería vivir como hombre, era la señal de otros problemas mentales. Mi cambio había sido un error brutal, y tendría que vivir con las consecuencias por el resto de mis días: sin pechos, con cicatrices y con una voz grave”.
Por ello quiso ir a “60 Minutos”, para dar a conocer al público que los procedimientos médicos no siempre se aplican con responsabilidad y seguridad respecto a los trans. Y lo hizo no sin temor: una persona con mayor influencia que ella, la escritora feminista Chimamanda Adichie, había sido objeto de ataques por hablar con claridad de la diferencia entre las mujeres y las “mujeres trans”, y por defender a su colega escocesa J.K. Rowling.
En el caso de Lidinsky-Smith, cuando se adelantó en Twitter un fragmento de su entrevista en CBS, los activistas trans reaccionaron rápidamente. “La entrevistadora, Lesley Stahl, aseguró que ‘no podía recordar otra historia en ‘60 Minutos’ en la que los comentarios y críticas salieran a la superficie incluso antes de que el programa se emitiera’”.
En toda esta “inquietud por los trans”, dice la joven, faltaba una pieza: la preocupación por las personas que habían resultado perjudicadas por los tratamientos médicos transgénero, que se aplican de modo creciente a pacientes adolescentes. Para muchos, como para ella, el dolor y el arrepentimiento son intensos, y no hay una real “vuelta atrás”.
Por ello, señala que el debate público sobre estos asuntos es necesario y que no debe haber un rechazo de entrada a escuchar las historias negativas. “Cuando los activistas trans esconden bajo la alfombra historias como la mía y tratan de silenciar las negligencias médicas, solo están protegiendo a los médicos, no a los pacientes”.
Todo el mundo, asegura, debe poder contar su experiencia y sentirse seguro. Sin la verdad, “más personas, especialmente jóvenes, comprarán una asistencia trans de talla única, que puede causarles lamentos y heridas duraderas”.