Colonia. El pasado 25 de agosto fue presentado en Bonn el Informe sobre la Infancia y la Juventud realizado por una comisión técnica independiente bajo el patrocinio del Ministerio de Familia y Juventud. El informe, resultado de dos años y medio de trabajo, analiza las condiciones de vida de los niños alemanes menores de 14 años. Para ello examina algunos de los problemas que afectan a la infancia, como malos tratos, delincuencia juvenil, pornografía infantil, etc.
Uno de los puntos más polémicos del informe es el relativo a la pobreza infantil. Según el documento, aunque los niños alemanes crecen en mejores condiciones materiales que los de la mayor parte del mundo, muchas familias padecen una pobreza «latente», difícil de apreciar a primera vista, pero real. Según datos de 1992, el 12% de los niños en el oeste y el 20% en el este viven en hogares con ingresos inferiores al 50% de la renta media por habitante (34.381 marcos brutos anuales). Se considera que el mínimo necesario para que viva una persona es 19.000-20.000 marcos al año.
En opinión de los redactores del informe, el riesgo de pobreza es superior entre los niños que entre los adultos. Los expertos comparan este tipo de pobreza con la que hasta hace tres décadas afectaba a buena parte de los ancianos.
La ministra de Familia y Juventud, Claudia Nolte, admite la existencia de familias que necesitan ayuda económica, pero considera engañoso el índice de «pobreza relativa», usado por la comisión de expertos, porque no tiene en cuenta el nivel de vida: seguiría siendo igual aunque todas las familias duplicaran su renta.
El informe destaca también que el total de niños que perciben subsidios estatales ha experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años. El Ministerio atribuye este aumento al elevado número de inmigrantes -la mayoría, con más hijos que los nativos- y, sobre todo, a los frecuentes divorcios y separaciones matrimoniales.
Otro aspecto que subraya el informe es la gran importancia de la familia en la vida del niño, no sólo en el terreno material, sino también en el educativo y el afectivo. Según declaró Nolte, en una sociedad libre y plural se hace todavía más necesaria una educación en los valores humanos a través de los propios padres, capaces de conceder libertades e imponer límites a sus hijos.
La comisión presta particular atención a los malos tratos y desatención que sufren no pocos menores, y sugiere medidas preventivas. Sostiene que habrá que estimular la capacidad educativa de los padres y, en ciertos casos, intervenir para evitar comportamientos violentos. Pero la ministra rechaza otra propuesta del informe: prohibir por ley a los padres el uso de castigos. Sería, dice, una medida irracional.
Vicente Poveda