El mal desempeño de la economía y sus efectos en el bolsillo particular pueden hacer que las personas se replanteen decisiones de peso, como la de ser padres. Considerar tener un hijo cuando todo está en calma –se dispone de un puesto fijo, el salario ingresa puntual, las inversiones se amplían…–, no es lo mismo que hacerlo bajo el eco de la frase “con la que está cayendo”.
Sucede dondequiera. El País entrevistaba días atrás a varios jóvenes españoles acerca de la posibilidad de tener descendencia. El común denominador de las respuestas fue la estrechez económica para asumir la paternidad. “Aunque quiero, tener hijos es un lujo que no me puedo permitir”, aseguraba un joven de 30 años. Otra encuesta, efectuada por el portal Mic en EE.UU., re…
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