China, que desde la década pasada es el país del que proceden más niños adoptados por extranjeros, puede dejar de serlo en el plazo de algunos años. Por una parte, ahora exige condiciones más estrictas, con la reglamentación que entró en vigor en mayo de 2007. Por otra, ha empezado a facilitar las adopciones en el interior, para las que hay cada vez más familias candidatas.
En China hay sobreabundancia de huérfanos a causa, en gran parte, de la política de control de la natalidad, que permite un solo hijo a las parejas de las ciudades y hasta dos a las del campo en algunos casos. Niños -sobre todo niñas- abandonados por exceder del cupo fijado, o para no perder la oportunidad de tener otro hijo del sexo preferido, llenan los orfanatos.
Pero en China la adopción nunca ha sido muy común, y además resulta cara, pues una norma no escrita pero ineludible exige dar al orfanato una “aportación voluntaria” que suele ascender a 5.000 yuanes (540 euros) o más, la tercera parte de los ingresos anuales de un chino medio.
Pero la riqueza ha aumentado mucho en las principales ciudades del país, y para las cada vez más parejas con suficiente dinero, adoptar es un modo de sortear la política del hijo único, como explica un reportaje del Wall Street Journal (13-03-2009). En efecto, no hay límite al número de niños que se pueden adoptar, con tal que los candidatos a padres tengan las condiciones de poder adquisitivo, instrucción y salud exigidas por las autoridades.
También influye el aplazamiento del matrimonio hasta edades en que la fertilidad es menor, con el consiguiente aumento de parejas que no logran tener hijos. Otros adoptantes son matrimonios mayores que pierden a su único hijo cuando ya no pueden tener otro.
A resultas de todos esos factores, las adopciones han aumentado rápidamente desde 2003, sobre todo en las ciudades más prósperas: Shanghái, Pekín, Cantón… No se puede ser más preciso, a falta de estadísticas oficiales.
Se extiende el acogimiento familiar
También se ha extendido el acogimiento familiar, a medida que la subida general del nivel de vida y la difusión de noticias sobre la situación en los orfanatos han hecho más hiriente el abandono de tantos huérfanos, enfermos o minusválidos en no pocos casos.
En 1997, Shanghái fue la primera ciudad que puso en marcha un plan de acogimiento para sus huérfanos, tras conocer que, según distintos estudios, los niños acogidos por familias gozan de mejor salud y bienestar que los atendidos en orfanatos. Hoy, de los más de 2.000 huérfanos a cargo de los servicios sociales de Shanghái, entre el 60% y el 70% están en hogares de acogida.
Las familias dispuestas a acoger un huérfano tienen que cumplir ciertos requisitos de capacidad económica, calidad de la vivienda y estabilidad, y recibir un cursillo. Pero en este caso el dinero no es tan decisivo como en la adopción, ya que las familias reciben una compensación de 700-800 yuanes mensuales (75-86 euros), y la atención médica del niño corre a cargo de las autoridades.
El acuerdo de acogimiento puede durar entre un mes y un año. Al cabo del plazo, si todo ha ido bien, se ofrece a la familia la posibilidad de adoptar el niño.
Más exigencias a los extranjeros
En cambio, son cada vez menos los niños chinos adoptados por extranjeros, aunque el país todavía ostenta el primer puesto mundial. Estados Unidos, que es el primer destino de adopciones internacionales con origen en China y en el conjunto del planeta, registra un descenso notable. En 2007, llegaron a Estados Unidos 5.453 niños chinos; el año pasado, 3.909. En España sucede lo mismo: tras el máximo de 2005, con 2.753 adopciones en China, en 2007 hubo menos de la mitad, 1.059.
La explicación no es que haya bajado la demanda. En 2007 iniciaron trámites para adoptar en el extranjero unos 11.500 matrimonios españoles, dos mil más que en 2005. Pero las autoridades chinas son ahora más estrictas. No conceden adopciones a personas solas, sino solo parejas de marido y mujer con varios años de matrimonio y buena situación económica y de salud. Las uniones homosexuales están excluidas.
Medidas similares ha tomado Rusia, la segunda nación en origen de niños adoptados en el extranjero. Y, como China, también Rusia ha empezado a fomentar las adopciones en el interior (cfr. Aceprensa, 17-05-2006, último párrafo).
Al recorte hecho por estos dos países se debe casi toda la disminución del total de adopciones internacionales en España, que ha pasado de 5.541 en 2004 a 3.648 en 2007. La caída habría sido mayor si no hubieran subido las de niños de otras procedencias, en especial Etiopía, que ahora es la tercera en importancia tras adelantar a Ucrania y Colombia en 2006.