Convivir en el hogar con los niños pequeños y con personas de la tercera edad es, para muchos en estos días, el resultado de las circunstancias apremiantes del coronavirus. Holly Scheer, colaboradora de The Federalist, quiere compartir su experiencia personal en una familia extendida, “para ayudar a aquellas familias que están afrontando actualmente la nueva normalidad”.
Scheer sabe de hogares de tres generaciones. Ya cuando era pequeña vio cómo se acomodaba el espacio de la casa materna para acoger a su abuela, por lo que aprendió a adaptarse a los ritmos y las necesidades de la nueva habitante. Según cuenta, la experiencia hizo de ella una persona más flexible y compasiva.
“La coexistencia intergeneracional configuró mis primeros años y todavía conforma mi dinámica familiar. En mi hogar pasamos muchos días como una familia de siete: mi esposo y yo, nuestros cuatro hijos y mi querida suegra. Vivir juntas varias generaciones bajo un mismo techo nos enseña lecciones y nos beneficia a todos”.
Según explica, para sus hijos es una ganancia que en el hogar haya más adultos, pues son más manos para ayudar, más oídos para escuchar sus historias, así como “más brazos para abrazar, más besos de buenas noches, más rezos en común y más canciones que cantar”.
Respecto a ella y a su esposo, Scheer dice que ambos aprovechan las experiencias de quien ya crio hijos, y también comparten con ella gustos y ratos de ocio. Tampoco tienen que buscarse una cuidadora para los días que necesiten salir, porque “¿quién va a cuidar mejor de los niños que su propia familia?”.
“Pasar tiempo juntos como una sola familia significa establecer rutinas y cumplir tareas juntos. Es diferente de como sería en nuestra familia nuclear, pero es una oportunidad para nosotros de encontrar nuevos modos de hacer las cosas, de hallar soluciones (…). Nuestra flexibilidad y consideración hacia las diferentes necesidades de cada persona nos hacen mejores personas, y más amables”.
Según Scheer, el hogar de tres generaciones permite a sus miembros forjar conexiones sólidas y garantizar la continuidad del cuidado entre sus miembros. Por eso recomienda a las familias hacer la experiencia, bien de modo permanente o por temporadas.
“Nuestras vidas se enriquecen aun más cuando vivimos juntos, cuando compartimos alegrías y tristezas, cuando crecemos juntos. Las tres generaciones que conviven en mi hogar se han beneficiado de este arreglo, día a día, tanto en tiempos de crisis como de calma”, concluye.