Durante el confinamiento, muchos padres se enfrentan a la difícil tarea de combinar el teletrabajo y la atención de los hijos. Tom McTague, colaborador en The Atlantic y padre de un niño de tres años, es uno de ellos. Sin embargo, como cuenta en un reciente artículo, a él esta situación le está ayudando a fijar las prioridades en su vida.
Es lo que denomina “la paradoja de la elección”: “La obligatoriedad del confinamiento ha eliminado el factor que quizás mejor define nuestro estilo de vida moderno: la capacidad de elegir entre muchas opciones. Pero al perderlo, también desaparece la presión que lleva consigo; la presión de sacar lo máximo de cada decisión: ¿Es este el mejor uso que puedo dar a mi tiempo? ¿No estaré desaprovechándolo?”.
Al limitar la variedad de posibilidades con que la vida nos entretiene, pero también nos distrae, la cuarentena está ayudando a muchas personas a enfrentarse a las cuestiones existenciales de su vida, que tienen menos que ver con lo que podemos hacer y más con cómo dar sentido a las opciones vitales que ya hemos tomado. En otras palabras, centrarse en el ser y no tanto en el actuar o el tener. “En mi caso –comenta McTague–, ha hecho falta que perdiera capacidad de elegir para darme cuenta de lo que de verdad quiero elegir”.
Esta “paradoja de la elección” afecta especialmente a los padres, comenta el autor: “El propósito de tu vida se clarifica; tus prioridades se ordenan”. Eso no elimina las dificultades prácticas de la vida cotidiana: “Cuidar a un niño en estas circunstancias hace que el día se alargue, que las horas de trabajo se vean interrumpidas por intervalos en que me convierto en dinosaurio para deleite de mi hijo”.
McTague reconoce, además, que, dentro de lo que cabe, él es un padre privilegiado: “La presión se multiplica para las familias monoparentales, o sin ingresos fijos, o para los padres cuyos empleos les llevan a jugarse la salud cada día”. De ahí que sus reflexiones quizás no puedan hacerse extensivas a todas las familias.
Con todo, el autor concluye: “Tener un hijo hace que mi mujer y yo nos centremos en una tarea que es más que suficiente en sí misma, una empresa colectiva, una fuente de diversión, y sobre todo de sentido. Espero no olvidarlo rápidamente cuando vuelva la normalidad”.