El tópico de que “madre hay una sola, padre es cualquiera” parece cobrar fuerza en el discurso de los medios de comunicación norteamericanos, pese a que las evidencias indican que el debilitamiento de la figura paterna, una de las columnas de la familia, deriva en mayor inestabilidad para los hijos y la sociedad. Por ello, Bradford Wilcox, director del National Marriage Project, de la Universidad de Virginia, pone los puntos sobre las íes en un artículo en Mercatornet.
“Los padres son más relevantes que las madres a la hora de proteger a sus hijas adolescentes de las relaciones sexuales precoces”
Uno de los mitos que desbarata el experto es que muchísimos padres prefieren quedarse en casa cuidando de los hijos, mientras su esposa va a trabajar y ganar el sustento. “No tengo nada contra los padres en casa, pero todavía conforman una pequeña fracción de los progenitores varones en EE.UU.”, afirma.
Según explica, este segmento constituye poco más del 5% de los progenitores –mujeres y hombres– que eligen quedarse en el hogar, por lo que la vasta mayoría de quienes no toman el coche o el autobús cada mañana son madres. Los números del Censo de EE.UU. indican que, en 2017, apenas 267.000 varones casados y con hijos menores de 15 años estaban en esta situación, la misma en la que se encontraban casi 5 millones de madres casadas.
La media jornada, una aspiración
Otro de los tópicos al uso es repetir que las mujeres quieren que los padres hagan una distribución exacta (50%-50%) del tiempo, entre el que dedican al trabajo y a la vida familiar. “Para las periodistas y académicas promedio ello puede ser verdad, pero no lo es para el promedio de las madres norteamericanas”.
Señala Wilcox que la mayoría de las madres actuales sí desean que sus esposos hagan una distribución justa del tiempo para que dediquen parte de él al cuidado de los hijos y a las tareas domésticas, “pero ellas no definen ‘justicia’ en términos de un equilibrio del 50%-50%, en el que madres y padres hagan exactamente lo mismo en casa y en el trabajo. En vez de eso, cuando toca considerar la justa distribución del trabajo doméstico, las madres contemporáneas toman en cuenta, por lo general, que los hombres trabajan fuera de casa”.
Las niñas cuyos padres se divorcian tienen mayor riesgo de sufrir problemas cognitivos, emocionales y sociales
Con datos de un estudio del Pew Research Center, el analista subraya que muchas mujeres prefieren que sus esposos se ocupen un poco más que ellas de garantizar el sustento familiar. Apenas el 23% de las madres casadas y con hijos menores de 18 años dicen querer trabajar a jornada completa. El 53% de las consultadas se decantó por un trabajo a tiempo parcial, y un 23% manifestó su deseo de estar todo el tiempo en casa.
Nada de “rupturas amistosas”
Otro mito bastante difundido es que no existe diferencia alguna entre que el padre varón esté casado o simplemente cohabite con su pareja. El fenómeno de la cohabitación gana terreno en EE.UU., y más del 40% de los menores norteamericanos vivirán alguna vez en un hogar de este tipo.
Pero no hay comparación posible. Según un estudio conjunto de profesores de las universidades de Maryland y Oklahoma, en general los padres varones casados se implican más y tributan más cariño a sus hijos que aquellos simplemente convivientes.
Que el estar casados deja una huella positiva queda reflejado en el 2017 World Family Map, que constató que los hijos de parejas solo convivientes tenían dos veces más posibilidades de experimentar una ruptura familiar antes de cumplir 12 años, en comparación con los de padres casados. Si, además, el 50% de los niños de cinco años, hijos de padres no casados, habían presenciado la separación de sus progenitores, apenas el 15% de los hijos de padres casados habían pasado por ese trance.
Muy en relación con lo anterior, pervive el mito de que una ruptura “amistosa” no ocasiona problema alguno a los hijos. “Los chicos están bien”, dicen algunos periodistas que cuentan pasajes de su vida privada para “demostrar” que el equilibrio no se quiebra si cada progenitor se va por su lado en santa paz.
Los padres que se quedan en casa son aún una minoría en EE.UU.
Wilcox se auxilia aquí de investigaciones que revelan lo contrario. La de Paul Amato, de la Penn State, concluye que las niñas cuyos padres se divorcian tienen mayor riesgo de sufrir problemas cognitivos, emocionales y sociales.
Retar a los niños –y a las niñas
Por último, está la creencia de que el padre es prescindible; percepción alimentada por la divulgación de perfiles de mujeres que han optado por la inseminación artificial y les ha ido bien como madres solteras.
“Este mito –señala Wilcox– no toma en cuenta la vasta literatura científica que muestra que los niños, normalmente, se desenvuelven mejor en familias intactas, con sus padres casados, que en familias encabezadas por madres solteras”.
En tal sentido, el analista cita el trabajo de psicólogo Ross Parke, que constata que los padres son más dados que las madres a implicarse en el juego físico (las riñas simuladas, por ejemplo) para retar a los niños –y las niñas– y enseñarles a hacer frente a los desafíos de la vida y a ser disciplinados.
“No sorprende que los hijos se beneficien física, mental y emocionalmente de exponerse al peculiar estilo paternal. El sociólogo David Eggebeen ha mostrado, por ejemplo, que los adolescentes tienen menos riesgo de caer en la depresión y la delincuencia cuando tienen padres afectivos e implicados”.
Otro tanto pueden hacer respecto a las chicas. En un artículo sobre el tema, Charlotte H. Anderson apuntaba que los padres desempeñan un papel fundamental en mantener a sus hijas alejadas de comportamientos no saludables, desde los trastornos alimentarios a la actividad sexual temprana. “De hecho, se comprobó que los padres son más relevantes que las madres a la hora de proteger a sus hijas adolescentes de las relaciones sexuales precoces”.
Por todo lo anterior, Wilcox subraya la importancia de que se escuchen más las voces de aquellos investigadores “dispuestos a enfrentar la dura verdad sobre el rol de los padres y del matrimonio en el bienestar de nuestros ciudadanos más vulnerables: nuestros hijos”.