El gobierno británico, formado por conservadores y liberal-demócratas, destina unos 30 millones de libras a impulsar cursos de orientación familiar. Ahora el Departamento de Educación ha publicado un informe en el que muestra los beneficios de estos cursos para las parejas, los hijos y la sociedad. Esta sensibilidad mayor hacia la estabilidad familiar también es visible en la izquierda británica.
Marl Molden, director ejecutivo de Marriage Care –una de las organizaciones evaluadas por el informe del gobierno– resume así el sentido de esta investigación: “Como sociedad, dedicamos más tiempo a aprender a conducir que a prepararnos para compartir nuestra vida con la persona a la que queremos”.
“Confiamos en que el éxito de las relaciones duraderas simplemente ‘sucederá’, sin necesidad de que nos orienten o nos enseñen. Pero por desgracia las estadísticas de divorcio y el creciente número de familias separadas muestran que esta forma de pensar es errónea. Necesitamos abrir este debate en el Reino Unido y preguntarnos por qué no nos tomamos lo suficientemente en serio nuestras relaciones como para invertir en ellas desde el principio”.
El informe “Evaluation of Relationship Support Interventions”, financiado por el Departamento de Educación británico y realizado por cuatro institutos de investigación, analiza a lo largo de dos años las opiniones de los ciudadanos que han participado en los cursos. Para valorar si les han servido o no, los autores del informe han realizado casi mil encuestas y entrevistas en profundidad.
El informe estudia tres modalidades de orientación familiar: los cursos de preparación para el matrimonio, impartidos por Marriage Care a través de los programas Preparing Together y FOCCUS; el programa Let’s Stick Together (LTS), una sesión de una hora para padres y madres recién casados; y los servicios de asesoramiento a parejas en crisis, prestados por varias organizaciones británicas.
En general, el nivel de satisfacción del público es bastante alto. Por ejemplo, el 88% de las parejas que asistieron a los programas de Marriage Care los encontraron útiles a pesar de que al principio solo el 25% tenía ganas de ir. Para Molden, estos resultados reflejan bien la ambivalencia de los británicos ante la orientación familiar: “Aunque sus beneficios sobre las relaciones están claros, hoy [estos cursos] tienden a ser vistos como algo que hay que hacer por obligación y no por gusto”.
“Dedicamos más tiempo a aprender a conducir que a prepararnos para compartir nuestra vida con la persona a la que queremos” (Marl Molden)
Una buena inversión personal y social
Los autores de la investigación constatan que los beneficios han sido más visibles en los cursos de la primera y la tercera modalidad, quizá porque la sesión LTS es excesivamente corta. La mayoría de los participantes en los programas de preparación para el matrimonio y en los de resolución de crisis creen que les han ayudado a mejorar “la calidad de su relación, su bienestar personal y sus hábitos de comunicación”.
Un efecto interesante de los cursos de preparación al matrimonio es que cambian notablemente las actitudes de los participantes hacia los servicios de asesoramiento a parejas en crisis, haciendo más probable que quieran asistir a ellos en el futuro. Bridie Collins, directora de programas de formación del Marriage Care, celebra este hallazgo: “Nosotros ofrecemos apoyo a lo largo de todas las etapas del matrimonio o de una relación, y no solo en situaciones de crisis. Pero es una buena noticia saber que los cursos de preparación al matrimonio ayudan a entender a las parejas que necesitan buscar apoyo cuando llegan los momentos difíciles”.
En la línea de las investigaciones realizadas por The Centre for Social Justice, un think tank nacido en el seno del Partido Conservador británico (cfr. Aceprensa, 23-07-2009), el nuevo informe muestra también el ahorro económico que supone para la sociedad la estabilidad conyugal. Según sus estimaciones, cada libra invertida en los cursos de orientación familiar ahorraría a los fondos públicos unas 11,50 libras.
Antes de la crisis financiera, el gobierno laborista destinaba más de 15.000 millones de libras a prestaciones sociales dirigidas fundamentalmente a familias monoparentales y otros 3.000 millones de libras a un programa educativo para los hijos de hogares rotos (cfr. Aceprensa, 27-12-2006).
Los autores del informe concluyen con varias recomendaciones políticas. Al gobierno y a los ayuntamientos les piden que desarrollen una estrategia clara de apoyo a la orientación familiar, lo que incluye más publicidad de los programas que ya están en marcha. También recomiendan, entre otras cosas, crear un sistema de control de calidad para proporcionar confianza a los ciudadanos.
El 88% de las parejas que asistieron a los programas de Marriage Care los encontraron útiles a pesar de que al principio solo el 25% tenía ganas de ir
También sirve a los no creyentes
En diciembre de 2013 el diario The Guardian, medio de referencia para la izquierda británica, publicó un largo reportaje sobre un programa que ayuda a las parejas casadas a vivir el matrimonio tanto en tiempos de calma como en los de crisis. No es frecuente que un artículo de esta longitud haya tenido tanto éxito en las redes sociales. Solo en Facebook ha sido compartido 5.036 veces hasta la fecha.
El reportaje, de Anna Moore, cuenta la experiencia de Peter y Gill, que estaban pensando en divorciarse después de 26 años de matrimonio. A ninguno de los dos les apetecía acudir al programa y de hecho fueron para demostrarse que no había nada más que hacer. A lo largo del reportaje cuentan los pasos que dieron gracias al curso y el cambio que supuso en su relación. “[Ahora] no me imagino separada. Si me hubiera divorciado, nos hubiéramos llevado todos nuestros problemas al siguiente sitio al que hubiéramos ido”, concluye Gill.
The Marriage Course arrancó en Londres en 2006. El programa ha sido traducido a 40 idiomas y funciona en 109 países. Sus creadores son Nicky y Sila Lee, de 59 y 58 años respectivamente. Llevan casados 37 años, y tienen cuatro hijos y cinco nietos. Aunque la primera edición del curso comenzó en una iglesia anglicana, actualmente la mitad de los asistentes no son creyentes. El columnista del Guardian Tim Lott es uno de los ateos que ha ido al curso con su mujer y ha terminado encantado.
El programa se imparte durante siete semanas. Cada semana se habla sobre algún aspecto de la vida matrimonial: el arte de la comunicación, la gestión de conflictos, el sexo, las distintas formas de dar y de recibir amor… Para los Lee, el plato fuerte del programa es la sesión dedicada al perdón: “La gente que viene piensa que es el punto más difícil, pero también es el que a menudo marca la diferencia. Si no curamos la herida, es muy difícil avanzar de una manera saludable”.
Otra clave del curso es su metodología, destinada a incentivar que cada matrimonio reflexione y dialogue por su cuenta sobre estos temas. No hay terapias de grupo, sino conversaciones cara a cara sobre cuestiones esenciales.
En España, los Centros de Orientación Familiar de la IFFD han difundido los cursos de educación para el matrimonio basados en el análisis de casos reales y metodología participativa. También son populares los cursos organizados por el Instituto Europeo de Estudios de la Educación. Recientemente la ONG Acción Familiar ha puesto en marcha una plataforma online centrada en la educación de los hijos.