Silvio Berlusconi ha creado en su gobierno un Ministerio de la Familia y la Solidaridad Social, que sustituye al antiguo Ministerio de Asuntos Sociales. El primer ministro italiano ha querido así hacer un gesto de buena voluntad hacia las asociaciones familiares, que ven con buenos ojos la creación del ministerio, como medida concreta en el Año Internacional de la Familia.
Sin embargo, el nuevo ministerio no ha suscitado una reacción unánimemente positiva. «Sí a la política a favor de la familia, no al ministerio», podría ser la frase que sintetiza algunas posturas. El sociólogo Giuseppe De Rita, secretario general del Censis, una institución que analiza periódicamente la evolución socio-política del país, se ha mostrado contrario a la idea del ministerio; a su juicio, no es necesaria una nueva estructura burocrática, pues las medidas a favor de la familia se pueden llevar a cabo desde otros ministerios.
En cambio, otros señalan que hasta ahora la ausencia de una entidad ad hoc hace que en la práctica esas buenas intenciones se olviden fácilmente. Esta es la actitud de buena parte de las asociaciones familiares que ven en el ministerio un «interlocutor directo». El sociólogo Pier Paolo Donati subraya también la importancia de reunir en un solo centro de decisión unas competencias que, por haber estado muy repartidas, han impedido la puesta en práctica de una política explícita y coherente.
El debate queda abierto hasta que se conozcan las primeras medidas del nuevo ministerio (que se trata de un ministerio sin cartera, es decir, sin fondos propios). Berlusconi ha confiado este departamento a Antonio Guidi, un neuropsiquiatra infantil de 49 años, casado y con tres hijos. El nuevo ministro, que es minusválido, inició su trayectoria política en el área comunista, luego fue socialista y, por último, en las recientes elecciones fue elegido diputado por Forza Italia, el partido de Berlusconi.