Newsweek (26-VI-95) sale al paso de un rumor cíclico jamás probado: el secuestro de niños en Latinoamérica para utilizar sus órganos en trasplantes.
(…) El rumor cobró cuerpo en 1988, desde el momento en que lo difundió en Europa la Asociación Internacional de Juristas Demócratas, organización no gubernamental acreditada por la ONU y de tendencia comunista. La Asociación presentó a la ONU dos informes donde sostenía la tesis de la existencia de un mercado negro de órganos para trasplantes en algunos países sudamericanos y solicitaba la intervención internacional [ver servicio 159/88]. La Secretaría General rechazó los informes por falta de pruebas. Sin embargo, los informes sirvieron de base al comunista De March, miembro del Parlamento Europeo, para presentar un proyecto de resolución que denunciaba el hipotético tráfico. Los parlamentarios lo votaron a través del procedimiento de urgencia, sin reclamar una investigación independiente ni pedir más precisiones. La historia adquirió entidad oficial con el refrendo parlamentario.
(…) En 1991 el profesor Vitit Muntarbhorn, un abogado tailandés activo defensor de los derechos humanos de los niños en su país, fue comisionado por el Consejo Económico y Social de la ONU para elaborar un estudio sobre la explotación de los niños en el mundo. En su informe, publicado a comienzos del año pasado, aportaba «la prueba base de un mercado de órganos de niños». ¿Su prueba? Vitit citaba una historia contada por la policía de Nepal sobre tráfico de niños en la India. Así. Sin nombres. Sin detalles. Sin hechos concretos.
(…) Sin embargo, Myriam Tebourbi, que colaboró en el estudio, dijo que «nunca tuvimos ninguna prueba real. Él recogió cientos de testimonios, pero nada concreto… Nos faltaron recursos para montar nuestra propia investigación».
(…) Analicemos ahora el documental de la televisión anglo-canadiense titulado «El tráfico de órganos humanos», emitido en cerca de veinte países. Presenta a dos pretendidas víctimas de este terrible comercio. Una de ellas, Pedro Reggi, de Argentina, denunciaba ante las cámaras haber sufrido la extracción de sus córneas mientras estuvo ingresado en un psiquiátrico.
Cuatro días después de la emisión del programa en Gran Bretaña, en noviembre de 1993, el hermanastro de Reggi afirmó en una entrevista para la televisión argentina que Pedro perdió sus ojos a causa de una infección infantil. Los informes médicos corroboraron el relato del hermanastro.
(…) La otra hipotética víctima, un chico hondureño que contaba cómo escapó ileso de sus secuestradores, resultó ser tan falsa como la otra.
(…) ¿Cómo se puede probar un crimen que no se ha cometido? Este es el dilema que ha enfrentado a los médicos, funcionarios de la sanidad pública y funcionarios de los servicios de adopción que han intentado detener en vano el rumor. Para empezar, ellos señalan que la venta de órganos es ilegal en América. Todo el sistema de trasplantes en Estados Unidos está fuertemente controlado por la United Network for Organ Sharing (UNOS), que registra y vigila la trayectoria de todo órgano donado. El mercado negro de importación de órganos sencillamente no existe: para los 18.000 trasplantes que se realizaron en Estados Unidos el año pasado, no se importaron más de 25 órganos, la mayoría de Canadá. Además, el tiempo de vida de un órgano humano se cuenta por horas: unas 4 el corazón, de 48 a 72 un riñón. Según Joel Newman, portavoz de la UNOS, «nadie puede aparecer en un hospital con un riñón en la nevera diciendo: ‘eh, ¿le interesa?'».
(…) Aunque este comercio sea un mito, las adopciones ilegales por parte de extranjeros ricos son un problema real, aunque pequeño. Los rumores del comercio de órganos comenzaron a propagarse al mismo tiempo que se descubrió el negocio ilegal de adopciones tanto en Honduras como en Guatemala; en 1987 se descubrieron las llamadas casas de engorde donde se vendían los niños de filiación desconocida a parejas de extranjeros. (…)
Bill Pierce, jefe del Consejo Nacional de Adopción, afirma que «el impulso humanitario del Primer Mundo es totalmente incomprendido en muchos países donde surgen estos rumores. En esa cultura no se entiende por qué una pareja de blancos norteamericanos de clase media querrían adoptar a esos niños. La respuesta ‘lógica’ es que deben de querer aprovecharse del niño de alguna manera». A veces es más fácil ver en el corazón humano una maldad imaginaria que una misericordia real.