Francia ha aplicado durante un año completo (2002) el nuevo permiso de paternidad, que se añade al que disfrutan las madres que dan a luz. Suecia es la pionera, pues allí los hombres lo tienen desde 1980. En ninguno de los dos países la fórmula ha tenido éxito rotundo, según muestran los datos del último año. Las principales razones parecen ser que la familia puede perder ingresos si el padre toma el permiso, así como los obstáculos que ponen bastantes empresas.
Desde el 1 de enero de 2002, también los hombres pueden tener permiso en Francia por el nacimiento de un hijo (ver servicios 91/01 y 175/01). La baja, de hasta 14 días, es voluntaria, y hay que avisar a la empresa con un mes de antelación. Los tres primeros días (obligatorios) tienen que ser los inmediatos al nacimiento, y los once restantes se pueden aplazar, sin fraccionarlos, a cualquier momento dentro de los cuatro meses siguientes. El permiso está retribuido con el 100% del salario si este no supera los 2.342 euros mensuales, y con porcentajes progresivamente menores si es más alto.
En Suecia, el permiso de paternidad es mucho más amplio y se distribuye en dos fases. La primera, ampliada de 40 a 60 días en 2002, es exclusiva para el padre (la madre tiene reservado un periodo igual), y está retribuida con el 90% del salario. Luego se pueden tomar 16 meses más, que padre y madre pueden repartirse como quieran hasta que el hijo cumpla 8 años. Durante esta baja adicional, el padre o la madre recibe el 80% del sueldo los 13 primeros meses y un subsidio fijo de 6,50 euros por día en los otros tres.
En ambos países, uno de los objetivos del permiso de paternidad era fomentar la igualdad entre los sexos. El uso que los hombres han hecho de él en 2002 no es muy alentador al respecto.
En Francia, después de un comienzo fuerte (ver servicio 71/02), el balance del año pasado revela que han hecho uso del permiso unos 250.000 de los 800.000 padres que tuvieron hijos, o sea, menos de un tercio. La gran mayoría de ese cuarto de millón disfrutaron del máximo tiempo a su disposición, 14 días. El costo para la Seguridad Social ha sido de 180 millones de euros, unos 60 millones menos de lo que se había previsto.
El Centro de Investigación para el Estudio y la Observación de las Condiciones de Vida (CREDOC) ha realizado una encuesta sobre el uso del permiso en Francia. Entre los hombres que no lo tomaron se encuentran muchos que habrían perdido ingresos, como artesanos, comerciantes o cuadros superiores. Otros veían poco seguro su puesto de trabajo y temieron que la empresa los penalizara. En fin, hubo quienes simplemente creyeron que tenían demasiado trabajo para ausentarse dos semanas.
En Suecia los resultados han sido mejores, pues tres cuartas partes de los hombres que tuvieron hijos en 2002 disfrutaron de al menos parte del permiso por paternidad. Pero la parte efectivamente disfrutada es solo del 15% por término medio. La baja de 16 meses adicionales es muy poco usada por los hombres. Una razón es que los ingresos totales de la familia son mayores si la mujer se queda en casa y el marido recibe el sueldo íntegro, que al revés.
En Francia, el CREDOC ha examinado también si el permiso ha significado, para los hombres que lo tomaron, participar de modo más equitativo en el cuidado del hijo recién nacido y la atención del hogar. Según la encuesta, en su gran mayoría actuaron como «auxiliares de la madre», sin hacerse cargo más que del baño o del cambio de pañales. En la mayor parte de los casos, dice el CREDOC, los padres entienden que su misión con los hijos se centra en la educación de los niños cuando ya no son bebés.
Tampoco en la distribución de tareas domésticas el permiso de paternidad ha resultado revolucionario. Los padres siguen siendo los especialistas en actividades fuera de casa, como compras o gestiones. Dentro, asumen sobre todo trabajos de necesidad inmediata: cocinar, fregar los platos o lavar la ropa. Otros menos urgentes, como planchar o limpiar los suelos, los dejan para la mujer.