Uno de los efectos colaterales del auge del teletrabajo es el desdibujamiento de las fronteras entre el lugar de trabajo y el hogar, lo que puede estirar la jornada laboral más allá de lo previsto. Pero antes de la pandemia ya estaban de moda los sutiles intentos por parte de algunas empresas de colonizar el tiempo de dedicación a la familia, observa en UnHerd Dan Hitchens.
Empleadores que invitan a su plantilla a verse como una gran familia; cubículos reemplazados por confortables oficinas de planta diáfana; el paulatino abandono del traje por la ropa informal; cómodos sofás donde sentarse a pensar…, son algunos de los trucos usados para lograr que los empleados se sientan en el lugar de trabajo como en casa.
“Elige un trabajo que te apasione –nos han aconsejado miles de gurús– y no tendrás que trabajar un solo día en tu vida. Pero, como la gente está empezando a notar, el consejo ‘sigue tu pasión’ también es una forma interesada de distraer la atención, por ejemplo, de un sueldo y de unas condiciones laborales decentes. Nadie es más fácil de explotar que alguien que trabaja por amor. Si quieres construir una cárcel sin que nadie se dé cuenta, haz que parezca un patio de recreo”.
En el extremo opuesto a la cautela frente a este tipo de discursos, añade Hitchens, estaría la desconfianza marxista que solo ve intenciones explotadoras en los empleadores, o que niega la posibilidad de que el trabajo pueda ser una vía de realización. A quienes sueñan con un futuro distópico en el que solo las máquinas trabajarán mientras los seres humanos “encontramos algo mejor que hacer”, el periodista británico les recuerda que mucha gente encuentra su trabajo “profundamente satisfactorio”.
En cualquier caso, Hitchens ve positiva la prevención frente a las empresas que apelan al eslogan “sigue tu pasión”. Por eso, celebra que trabajadores de un almacén de Amazon –en su opinión, uno de los grandes valedores de ese modelo– hayan planteado en Alabama la necesidad de formar el primer sindicato de la compañía en EE.UU. Para Hitchens, al capitalismo le iría mejor si en vez de decir a la gente cómo debe sentirse en el trabajo, las empresas se sentaran a escuchar a sus empleados.