De un mensaje a Mons. Elio Sgreccia, con ocasión de un congreso celebrado en Roma (L’Osservatore Romano, 15-XI-96).
La iniciativa valiente de promover esos métodos [naturales], acatando las enseñanzas de la Humanae vitae, de la Familiaris consortio, de la Evangelium vitae, después de los difíciles inicios, marcados por la incomprensión de la opinión pública, goza hoy de un creciente reconocimiento científico y encuentra confirmación en la serenidad y en la paz de los cónyuges que se esfuerzan por vivir la continencia periódica, comprendiendo su valor y su espíritu.
Son resultados que pueden infundir nueva valentía frente a las preocupantes consecuencias que una falsa libertad, a la que la anticoncepción proporciona el incentivo y el instrumento, produce en el ámbito sexual, incrementando el embotamiento de las conciencias y el eclipse de los valores.
A las campañas perjudiciales de ciertas políticas demográficas, que tratan de lograr que se considere lícita y necesaria la anticoncepción, divulgando e imponiendo una visión instrumental y utilitarista de la vida de las personas y de los pueblos, es preciso responder con todo tipo de iniciativas que sirvan para sostener científicamente la validez de los métodos naturales de regulación de la fertilidad, según la constante enseñanza de la Iglesia, y con una correcta información.
En ese compromiso no debe faltar la certeza de que se está llevando a cabo una obra valiosa y meritoria en defensa de la persona humana, de la dignidad de la mujer y del valor fundamental de la vida humana.