La mortalidad infantil (número de muertes por cada 1.000 nacimientos en los primeros 5 años de vida) ha experimentado un importante descenso del 60% en la segunda mitad del siglo XX, pero en los últimos años el declive es más lento.
De acuerdo con los datos de un estudio que publica el último número del Boletín de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la tasa de mortalidad infantil a nivel mundial ha descendido a 67 por cada mil nacimientos, superando el objetivo de 70 que la comunidad internacional se había fijado en 1990. Mientras en 1950 la probabilidad de que un niño muriera en el mundo antes de cumplir los 5 años se situaba en un 25%, hoy es del 7%. El pasado año murieron cerca de 10,5 millones de niños, mientras que la cifra en 1990 fue de 12,7 millones.
Los datos del conjunto mundial encubren situaciones muy distintas por regiones, aunque en casi todos los lados ha habido mejoras. De los 10,5 millones de muertes de niños, 3,8 millones ocurrieron en África, 2,5 millones en la India y 750.000 en China. África es el continente donde más niños mueren, con una mortalidad infantil del 150 por mil nacimientos, seguido del Sudeste asiático con un 88, un 67 en la zona este del Mediterráneo, un 46 para el Pacífico Occidental, un 34 en todo el continente americano y un 18 en Europa.
A pesar de esta mejoría global, 57 países tienen tasas por encima de las 70 muertes por cada 1.000 nacimientos. En algunos países mueren todavía más de uno por cada cinco nacidos vivos: Nigeria, Sierra Leona, Afganistán, Malawi, Guinea y Liberia. Además, en siete países africanos (Burundi, Lesoto, Madagascar, Mauritania, Nigeria, Sierra Leona y Tanzania) la tasa de mortalidad infantil no han descendido durante los últimos 50 años. Y en otras siete naciones ha aumentado: Botsuana, Namibia, Nigeria, Zambia, Zimbabue, Corea del Norte y Papúa Nueva Guinea.
En los últimos años el declive de la mortalidad infantil se ha frenado en algunos países por guerras civiles, problemas económicos y menos intervenciones sanitarias dirigidas a los niños. Los autores del estudio advierten que el retroceso podría ser mayor cuando la epidemia de HIV/SIDA revele todas sus repercusiones.
El estudio de la OMS, realizado por Omar Ahmad, Alan López y Mie Inoue, ofrece también algunos datos sobre las condiciones sanitarias y otras directamente relacionadas con la caída de la mortalidad infantil. Así, en primer lugar figura la alimentación y la mejora del agua, saneamiento y vivienda. Como segundo factor está el acceso a servicios médicos para las mujeres embarazadas, así como para los niños que sufren diarrea. También es decisivo que actualmente el 80% de los niños estén vacunados contra las principales enfermedades infantiles susceptibles de inmunización.
La escasa o mala alimentación sigue provocando graves retrasos en el crecimiento o raquitismo, estados fuertemente asociados a la mortalidad infantil. Así, hoy hay 182 millones de niños raquíticos, 40 menos que hace 20 años, el 70% de los cuales viven en Asia y el 26% en África. En concreto, en África del Este las cifras no han mejorado, ya que hoy son 22 millones los niños menores de cinco años que sufren raquitismo, frente a los 12,9 millones de hace 20 años.
Por otro lado, la rehidratación oral contra la diarrea ha supuesto, según el informe, un fuerte apoyo a la reducción de la mortalidad infantil. Hace diez años cerca de 3,3 millones de niños morían por una simple diarrea. Hoy, gracias a la rehidratación oral, se ha conseguido que la cifra disminuya hasta 1,5 millones.
Aunque el informe de la OMS arroje cierto optimismo sobre las considerable mejoras experimentadas en la caída de la mortalidad infantil, no cabe duda de que las cifras siguen siendo muy duras. Especialmente cuando se revelan las «básicas» herramientas que han evitado tantas muertes.