Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en todo el mundo hay cerca de 250 millones de niños menores de 14 años que trabajan, 80 millones de ellos en tareas particularmente peligrosas o denigrantes. Por eso, la OIT quiere concienciar a los gobiernos y las instituciones de la necesidad de erradicar las peores formas de trabajo infantil, ya no solo por la violación de derechos que comportan sino además porque supone un paso imprescindible para combatir la pobreza de los países menos desarrollados. Durante este mes de junio se celebra la 90ª Conferencia Internacional del Trabajo, en la que el problema infantil ocupará un lugar destacado.
La OIT advierte que para reducir el excesivo número de niños que trabajan en condiciones pésimas es fundamental promover el «trabajo decente» para los adultos, y ofrecer así a las familias y a los niños una alternativa viable para ganarse el sustento. Con este motivo se creó hace diez años el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC). El IPEC estima que en 2001 ayudó a 311.000 niños a dejar total o parcialmente el trabajo, creando políticas nacionales y legislaciones de protección. Actualmente el IPEC opera en 75 países, mediante una red de organismos gubernamentales, asociaciones privadas y públicas, ONG, donantes y organismos internacionales. El informe «Un futuro sin trabajo infantil» expone en la conferencia los logros alcanzados hasta ahora y las tareas aún pendientes.
Para realizar sus proyectos, el IPEC ha llevado a cabo varios sistemas de trabajo. Uno de ellos es la «cooperación tripartita» entre el gobierno, las asociaciones de empleadores y los trabajadores. Por ejemplo, frente al problema del trabajo infantil en la industria del cacao de África, el IPEC logró que la Asociación de Fabricantes de Chocolate y la Fundación Mundial del Cacao se pusieran de acuerdo en un Protocolo sobre las plantaciones de cacao. Todos los organismos de la industria han aceptado la intervención directa de la OIT en los acuerdos y los contratos para que se respete el Convenio 182 de la OIT, referido al trabajo infantil. También se llegó a un acuerdo similar, en 1999, con la Asociación Internacional de Productores de Tabaco. La OIT creó un taller con el criterio de que la supresión del trabajo infantil no debía empeorar la situación de los niños ni tener un efecto adverso en los ingresos familiares.
La «negociación colectiva» constituye otra forma en que los sindicatos y los empleadores pueden unirse en la lucha contra el trabajo infantil. En 1995 se firmó un acuerdo con la industria textil de Bangladesh. A finales de 2000, la proporción de fábricas textiles que empleaban niños había sido reducida del 43% en 1995 a menos del 4%. Se detectó y retiró del trabajo a unos 27.000 niños empleados en fábricas; muchos de estos niños recibieron rehabilitación en forma de educación, estipendios y capacitación. Otros programas semejantes se han iniciado en Brasil, Filipinas, Ghana, Nepal, la India, Kenia y Perú.
En América Central están en curso programas para rescatar y reinsertar a niños trabajadores, sobre todo de la industria del café, de los que se han beneficiado 20.000 menores. En Turquía, la Confederación de Comerciantes y Artesanos ha creado y financiado un sistema de 4.500 grupos de consulta y de inspección de los lugares de trabajo con el apoyo inicial del IPEC. Después del terremoto ocurrido en Turquía en agosto de 1999, el Ministerio de Educación aprobó una disposición especial para la incorporación de niños trabajadores a las escuelas primarias. Los gastos escolares de los niños son cubiertos por el Ministerio. Hasta la fecha, han sido escolarizados 1.500 niños trabajadores.
En la industria manufacturera de balones de fútbol de Sialkot (Pakistán) se ha logrado que, en 2000, unos 6.000 niños asistan a centros educativos, y el IPEC vigilaba la producción en 1.800 talleres de costura a mano.