La progresiva incorporación de la mujer al mercado laboral ha supuesto un lógico descenso en su disponibilidad para las tareas domésticas y el cuidado de los niños. También ha influido el cambio de roles culturales. Varios informes han tratado de poner datos a este fenómeno a través de la comparación entre sucesivas encuestas sobre uso del tiempo.
Uno de los más completos fue publicado en 2014 por tres investigadores del Instituto Nacional de Estudios Demográficos de Francia. Comparaba el tiempo que cada sexo dedicaba al hogar en cuatro países occidentales donde la incorporación laboral de la mujer y el cambio cultural se han desarrollado plenamente: Estados Unidos, Francia, Holanda y Reino Unido. (Algunos estudios más recientes incluyen además otros países, pero resultan menos significativos porque solo se fijan en unas pocas tareas domésticas, y excluyen, por ejemplo, la atención de los hijos).
Las mujeres son las que más tiempo dedican a los niños, en torno al 70% del total
El informe muestra que sigue existiendo una importante brecha por sexo en los cuatro países: de media, la mujer es responsable de dos de cada tres minutos empleados en tareas del hogar. Al cabo de un día, ellas dedican dos horas más que los hombres.
Con todo, la brecha se ha reducido en las dos últimas décadas. Sin embargo, este descenso se debe a que las mujeres dedican una hora menos a tareas domésticas (sobre todo ha descendido el tiempo de cocina), no a que el hombre haya aumentado su dedicación. De hecho, esta ha bajado cerca de diez minutos diarios desde 1990, después de un aumento progresivo desde 1960. En cuanto al tipo de trabajos desempeñados, ellas siguen realizando mayoritariamente la cocina, limpieza y el cuidado de la ropa; ellos, el bricolaje y el jardín (salvo en Holanda, donde se decantan por el arte culinario).
En cuanto a la atención de los niños, se perciben algunas tendencias comunes. En primer lugar, aunque las mujeres siguen siendo las que más tiempo dedican (en torno al 70% del total), la brecha ha descendido significativamente, y, en este caso, no porque ellas hayan reducido su carga, sino porque los padres la han aumentado. Además, pese a que los cuidados físicos siguen siendo los que ocupan un mayor porcentaje del tiempo, ha crecido considerablemente el empleado en interacción con los hijos: fundamentalmente hablar o jugar con ellos. Precisamente esta es la categoría en la que la incorporación de los hombres es más significativa.
Los investigadores analizaron también cuál ha sido la influencia de los factores estructurales (tasa de empleo femenino, envejecimiento de la población, tendencias en la educación y el matrimonio) y cuál la del cambio de roles culturales (ideas sobre paternidad y maternidad, percepción de “lo femenino”) en la evolución del reparto de tareas domésticas. Concluyen que, aunque los primeros han sido importantes, son los factores asociados al comportamiento los que en mayor medida han determinado los cambios.