María Álvarez de las Asturias es coautora del libro Una decisión original: Guía para casarse por la Iglesia. Casada y madre de cuatro hijos, trabaja con matrimonios y familias en la prevención y resolución de las dificultades de la convivencia. Dirige el Instituto de orientación personal y familiar Coincidir, y se dedica a la formación de matrimonios, padres, profesores y sacerdotes. Nos responde algunas preguntas sobre el noviazgo y el matrimonio.
– ¿Por qué decide casarse una pareja hoy en día?
– Una pareja decide casarse cuando ha descubierto que quiere que ese amor que viven el uno con el otro sea algo definitivo. “Queremos que esto esté siempre en nuestra vida. Quiero que tú estés siempre en mi vida. Quiero estar siempre en tu vida”. Esa es la diferencia entre casarse y elegir otro tipo de relación.
Mucha gente querría elegir un amor definitivo, pero tiene miedo. Tenemos miedo de que esto sea imposible, pues vemos que muchas parejas rompen. Esto lleva a algunos a “conformarse” con una relación lo más larga posible, pero dando por hecho que no puede ser para siempre. Y este es un punto de partida que influye negativamente en la relación, porque si empiezas una relación pensando “esto se va a romper”, al final se rompe.
Una entrega total
– ¿Qué implicaciones tiene casarse frente a otro tipo de uniones?
– La diferencia fundamental es que queremos un proyecto de vida común definitivo, tuyo y mío. No es que cada uno tenga su proyecto de vida y coincidamos en nuestra relación de pareja, reservando parte de nuestra vida y sin darnos del todo. El matrimonio es una entrega de todo en todos los aspectos. Es crear un proyecto de vida en común que se va desarrollando a lo largo de los años.
“El matrimonio es un camino de amor y de felicidad. Merece la pena y merece la vida”
Hay un nivel de confianza y de entrega al otro muy superior al de otro tipo de relaciones de pareja. Y pide ser acogido también con un grado de confianza y de amor mayor. El matrimonio es cerrar el círculo de un amor que se da del todo, es recibido del todo y es correspondido del todo.
Cuando digo “del todo” me refiero al deseo y la intención con que una pareja va al matrimonio. Después, como no somos perfectos, acogemos al otro en la medida en que tenemos capacidad de recibir y de corresponder, en la medida de nuestra capacidad de amar. Esta va creciendo con el tiempo, la convivencia y las dificultades. Las relaciones a largo plazo llevan en su propia naturaleza los momentos de dificultad y de crisis, porque son esas crisis las que nos hacen crecer.
Mi pareja es imperfecta… como yo
– Hablas de querer al otro completamente. ¿Cómo puedes enamorarte de otro con sus defectos?
– No te enamoras de los defectos; te enamoras de la persona. Al principio, cuando te sientes atraído por una persona, solo ves lo bonito, lo bueno: si es guapo, simpático, cariñoso, etc. Ese primer momento de atracción no destaca los defectos y las cosas más negativas o menos positivas. Si la relación se queda ahí, es una relación inmadura. Por eso tiene que venir un segundo momento –que algunos llaman de “desilusión” y que a mí me gusta llamar de “realismo”–, en el que te das cuenta que el otro tiene todas esas cosas buenas que te han atraído y que, además, tiene otras cosas menos buenas. Y sin embargo, te sigue gustando, porque ves a la persona más allá de sus defectos. En ese segundo paso puedes decidir: “Pues mira, no quiero”, y estaría bien, pues esta es la lógica del noviazgo; o “Sí, te quiero a ti sabiendo que tienes cosas buenas y malas como todos”. Es bueno saber que el otro es imperfecto, porque yo también lo soy.
“La rutina da seguridad y tranquilidad, y sobre esto se pueden colocar las cosas extraordinarias”
El noviazgo es un tiempo de rodaje. Para que sea real, tiene que haber desencuentros, enfados, discusiones serias. En esos momentos de desencuentro surgen las cosas que nos cuestan del otro o de nosotros mismos. Si llegas a casarte sin que haya habido desencuentros, esa relación no ha sido real. El noviazgo es esa época en la que valoras. Si superamos los desencuentros y nos hacen crecer, y somos capaces de ir adaptándonos el uno al otro, entonces parece que esta relación sí tiene sentido. Por eso, no podemos saltarnos etapas.
Crecer juntos en un proyecto de amor
– Dices en el libro que el noviazgo tiene fecha de caducidad…
– Sí, porque las relaciones van creciendo. Si una relación no crece, se estanca; y si no madura, muere. Si cuando ya se conocen los novios no se plantean si quieren o no un proyecto de vida juntos, ¿adónde va ese camino? Y si el camino no va a ninguna parte, ¿qué sentido tiene esa relación? El noviazgo no es una decisión definitiva.
Dicho esto, la boda también es el inicio de un camino. El noviazgo tiene que ir hacia una meta que es: o nos casamos o lo dejamos. El matrimonio también tiene que ir hacia una meta que es crecer juntos en un proyecto de amor, que saque de los dos todo lo bueno que cada uno tiene dentro.
– ¿Puedes darnos algunos consejos para que un noviazgo sea una buena base para el matrimonio?
– Hay que hablar mucho. Lo fundamental del noviazgo es conocerse, conocer al otro y conocer qué tipo de relación queremos para el futuro. Esto exige confianza, poder hablar de todo, buscando el momento oportuno y la forma oportuna. Si hay algo que no puedo hablar contigo, porque te enfadas o porque me da miedo, tenemos un problema. Sinceridad: los dos tenemos que poder decir lo que queremos, lo que no queremos, lo que es importante para nosotros. En lo que estemos de acuerdo, bien; en lo que no, tenemos que ver si podemos llegar a acuerdos o, al menos, a respetar lo que para el otro es fundamental. Si hay algo que para el otro es fundamental y yo no puedo respetarlo, la relación no podrá continuar.
“Somos muy pesimistas y no valoramos todas las cosas buenas que tiene la vida matrimonial”
Los dos tenemos que saber si queremos o no un proyecto de vida para siempre, si queremos un proyecto abierto a los hijos, cómo queremos conciliar la vida familiar y laboral, cómo vamos a manejar las relaciones con nuestras familias, etc. Con esto podemos elegir qué tipo de proyecto de vida queremos, sin dar por supuesto que cuando decimos “matrimonio” los dos pensamos lo mismo. Hoy en día la palabra “matrimonio” tiene distinto contenido según quien la diga; hay que aclarar qué entiende cada uno por matrimonio.
Querer para siempre
– Una pareja decide casarse y se dicen que se van a querer para siempre. ¿Cómo es posible, si no sabes qué va a pasar mañana?
– Querer a alguien es arriesgarse. No puedes controlar todo; lo que sí puedes decir es: “Yo quiero quererte”. Y puedes decir todos los días: “Te voy a querer mañana”, y fiarte de que hay Alguien por encima de ti que puede hacer realidad ese deseo que tienes en el corazón: querer al otro para siempre, aunque te dé un poco de vértigo.
De todas formas, la voluntad de estar juntos es poderosísima para construir una vida. He leído hace poco a Gregorio Luri, que dice: “Lo más importante es que nuestros hijos vean que nos queremos también cuando no nos aguantamos”. El amor te lleva a querer al otro por encima de sus virtudes y defectos. Y también a lo largo de la vida matrimonial hay muchísimas cosas muy buenas que te van reafirmando. Somos muy pesimistas y no valoramos todas las cosas buenas que tiene la vida matrimonial. Nos fijamos demasiado en las dificultades y las crisis, y nos olvidamos de lo bueno que es poder compartir la vida con la persona a la que quieres.
“El matrimonio es una entrega de todo en todos los aspectos”
Hay grandísimas alegrías en la vida matrimonial; no es la travesía del desierto. Es ir juntos por un camino, con la persona que amas y que te ama, y con la que puedes compartir y disfrutar de todas las cosas buenas. Además, las cosas malas se pasan mejor con alguien que te quiere y que te sostiene.
– Hoy en día la gente habla con pánico de la rutina…
– La rutina es fundamental. Vivir en la sorpresa permanente es vivir en la inseguridad permanente. La rutina da seguridad y tranquilidad, y sobre esto se pueden colocar las cosas extraordinarias. Las cosas buenas se apoyan mucho mejor sobre esta base estable, y las cosas malas no desestabilizan tanto la relación.
Termino con un mensaje de esperanza: el matrimonio es un camino de amor y de felicidad. Merece la pena y merece la vida, es posible y quererse así es fenomenal.