El éxito ha sido espectacular. Las principales operadoras de móviles norteamericanas ofrecieron tarifas planas para el SMS (servicio de mensajes cortos). Y los adolescentes, el segmento de público más aficionado a este servicio, lo usaron mucho más: en 2008 enviaron o recibieron 2.272 mensajes mensuales por cabeza, más del doble que la media del año anterior.
La estimación, hecha por la consultora Nielsen, equivale a casi 80 mensajes al día. Los chicos escriben y leen mensajes en clase, durante las comidas, mientras cruzan una calle o por la noche, cuando deberían estar durmiendo. Pediatras y psicólogos advierten que son demasiados.
En materia de los peligros, para niños y adolescentes, del uso excesivo o inadecuado de nuevas tecnologías, los padres están prevenidos respecto a la televisión, los videojuegos, el ordenador, Internet. Pero en cuanto a los teléfonos móviles, su único motivo de temor es la factura, y la tarifa plana de SMS se lo quita. Además, los padres suelen ser los que ponen el celular en manos del chico, para tenerlo localizado.
Aunque esta explosión del SMS es demasiado reciente para saber sus consecuencias, los especialistas señalan algunos motivos de preocupación más claros. El primero es que tanto mensaje contribuya a agravar la falta de sueño que ya aqueja a los adolescentes, pues es sabido que muchos se comunican por SMS hasta bien entrada la noche. Otro peligro, también comprobado en algunos casos, es que el móvil sea enemigo del estudio, por la pérdida de tiempo y las frecuentes interrupciones que estorban la concentración.
Eso mismo lleva a algunos psicólogos a temer un posible daño más general: ansiedad y falta de reflexión, a una edad en que, con la personalidad en pleno proceso de maduración, hay particular necesidad de pensar. Pero si uno está inundado de mensajes continuos, experimenta una fuerte presión para contestar inmediatamente. A la vez, para los adolescentes es muy importante el sentido de pertenencia al grupo de compañeros. El SMS tiene de bueno que facilita el contacto entre ellos, y puede tener de malo que, por eso mismo, incita al uso excesivo.
Otros posibles perjuicios, como lesiones en los pulgares, son más dudosos.
Si es preciso limitar el uso del SMS por parte de sus hijos, puede ser aleccionador un caso que cuenta The New York Times (26-05-2009). Un padre californiano observó que su hija de 13 años había enviado o recibido 14.528 mensajes en un solo mes, y a la vez sus calificaciones escolares habían empeorado. Lo contó y comentó en un artículo que publicó en el diario del condado, y la atención que atrajo hizo que el volumen de mensajes en el celular de la chica subiera a 24.000. Así que, de acuerdo con su esposa, le quitó el teléfono. La hija volvió a sacar buenas notas, y le fue devuelto el móvil pero con estrictos límites: máximo de 5.000 mensajes al mes, y teléfono apagado entre las 9 de la noche y las 6 de la mañana.
Pero los padres tienen que predicar y dar trigo. La chica se queja de que su madre no practica la moderación que le ha impuesto, pues “está siempre con el iPhone”. Aunque la madre nunca ha llegado a los excesos telefónicos de su hija, esa incongruencia resta eficacia educativa a la medida tomada, comenta una psicóloga, que además advierte que también los adolescentes son incoherentes, porque reclaman toda la atención de sus padres cuando la esperan. “Aunque envíen 3.500 mensajes por semana -dice-, se disgustan si a la salida de la lección de baile ven a papá en el coche ocupado con la Blackberry”.
Principio de precaución en Francia
La inquietud por los riesgos del teléfono móvil ha llevado al gobierno francés a prohibirlo en las escuelas primarias (hasta los 11 años). Pero la razón no es pedagógica, sino de salud: el posible daño para el cerebro de los niños, aunque no hay constancia de ello.
Mientras no llega un informe encargado sobre el particular, el Ministerio de Sanidad ha ordenado a todos los colegios que veten los celulares, cosa que ya estaban autorizados a hacer y muchos habían hecho. Es la primera medida adoptada tras un foro convocado por el gobierno, en que han participado representantes de la industria, las escuelas y las familias. Las reuniones terminaron sin acuerdo, pero el gobierno ya ha anunciado lo que más o menos piensa proponer al Parlamento cuando tenga el estudio de la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria.
No va a extender la prohibición del móvil más allá de la escuela primaria, aunque algunos participantes en el foro pidieron que se impusiera a los alumnos hasta de 14 años. Pero otros, en particular los representantes de padres separados, no aceptarían que los niños de 12 años o más no puedan estar localizables por teléfono.
Otra idea que se plantea es que los operadores ofrezcan móviles para niños: con SMS pero sin comunicación por voz, o que no permitan oír sin auriculares. Tales teléfonos se usarían sin tenerlos pegados a la cabeza, con lo que se evitarían los hipotéticos peligros de las ondas para los cerebros infantiles.
El gobierno estudia también prohibir la publicidad de celulares dirigida a menores de 12 años. Y va a financiar investigaciones para reducir la exposición a las ondas electromagnéticas de los teléfonos mejorando las tecnologías de transmisión y elaborando planes para la distribución de antenas en las ciudades, de manera que la intensidad sea más baja en las proximidades de las escuelas.
Todo eso es visto con escepticismo por quienes creen que los teléfonos móviles suponen un peligro despreciable para los niños menores de 6 años y ninguno para los de mayor edad. Pero, aunque no se haya probado nada, aplicar el principio de precaución es “la prioridad del gobierno”, en palabras de la secretaria de Estado para la Ecología, Chantal Jouanno.