Harry Benson es director de Investigación de la Marriage Foundation UK y coautor de varios de informes sobre el estado actual del matrimonio y su incidencia social. El experto ha accedido a responder algunas preguntas de Aceprensa, a tenor de su estudio “El efecto a largo plazo del matrimonio en la movilidad social”.
— En su investigación, dice Ud. que el conjunto de la sociedad termina pagando la cuenta de tantas separaciones…
— Solo en parte. Que haya algunos niveles de divorcio, de matrimonios que no funcionan, es inevitable. El mayor problema, sin embargo, es el colapso de las familias basadas en padres no casados. En toda Europa y el mundo desarrollado, la tendencia a alejarse del matrimonio ha llevado a un incremento de las rupturas familiares. Hoy la cuestión central es que muchísimas parejas ya no aprecian la necesidad de trazar un compromiso formal, y el resultado es una mayor inestabilidad, que no tiene por qué ser inevitable. Todo el mundo sale perdiendo cuando se rompen las familias, porque no es algo que quieran las parejas, no es bueno para sus hijos, y la sociedad y el contribuyente pagan la factura al apoyar a esas familias monoparentales adicionales con las ayudas que necesitan. Asimismo, aumentan los niveles de pobreza y los problemas de salud mental entre los jóvenes.
— Suele verse el matrimonio como una realidad a la que llegan las personas con más estudios y buenos ingresos. Según lo explica Ud., la ecuación es justo al revés…
— No es cierto, definitivamente, que el matrimonio haya sido el resultado de una buena educación y unos buenos ingresos. Hasta los años 70, hasta que llegó la amplia difusión del control de natalidad, casi todo el mundo se casaba si lo deseaba, fuera para vivir con una persona pobre o con una rica. El matrimonio se fraguaba más tempranamente y era visto como la piedra angular de la vida familiar, el principio de una aventura. Hoy, en cambio, tiende a ser visto más como una losa; como algo que haces cuando ya tienes más edad y una carrera establecida.
En Europa, casi todos los ricos se casan antes de tener hijos, pero a medida que vamos descendiendo en la escala de ingresos, cae la tasa de matrimonios. La terrible hipocresía es que los ricos le dicen a todo el mundo que el matrimonio ya no es tan importante, pero casi todos ellos se casan. Y la tragedia es que los pobres lo están escuchando.
— Algunos estudios vinculan el hecho de no estar casado con la posibilidad de un mayor deterioro de la salud personal. ¿Advierte Ud. esa relación?
— Definitivamente, el no estar casados puede incrementar de varias maneras los riesgos para la salud. La explicación más obvia es que no estar unidos en matrimonio aumenta las posibilidades de separación, y que vivir solos es malo para nuestra salud, pues nos tenemos únicamente a nosotros para velar por nosotros mismos. En cambio, cuando dos personas están unidas, cada una participa en el futuro de la otra y busca el bienestar de ella. A cada una le preocupa la salud de su contraparte, qué come, qué bebe, y estará ahí para acompañarla en el camino de su enfermedad.