Prepararse a fondo para la vocación matrimonial

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El nuevo itinerario de formación y acompañamiento para novios de la Conferencia Episcopal Española (CEE) –Juntos en Camino, + Q2– no es una ampliación de los cursillos prematrimoniales, sino que sale al encuentro de las parejas un paso antes: en el camino del noviazgo, donde los jóvenes deben discernir si su vocación es al matrimonio y si la persona con la que están saliendo puede ser su cónyuge.

Juntos en Camino, +Q2 es “fruto de una necesidad y una petición”, afirmó en la presentación el pasado 9 de enero Mario Iceta, obispo de Bilbao y presidente de la Subcomisión episcopal para la familia y la defensa de la vida. La necesidad es la de acompañar a los jóvenes que quieren casarse; y la petición, como recordó Mons. Iceta, estaba ya presente en la exhortación apostólica Familiaris Consortio y subrayada de nuevo en Amoris Laetitia, ya que ambas tratan de la importancia de la triple preparación al matrimonio (remota, próxima e inmediata).

El nuevo itinerario quiere mejorar el ámbito de la preparación próxima. Porque, como comentaron Francisco Albalá y Toñi Caro –uno de los doce matrimonios que han elaborado el programa–, “cuando nos preparamos para el matrimonio no es para un solo día; es para toda una vida”.

Un itinerario flexible

Para este reto formativo y de maduración, los creadores del itinerario señalan que se necesita tiempo de calidad para reflexionar sobre los diferentes aspectos de la vocación al matrimonio y para mantener conversaciones que permitan el conocimiento mutuo. La duración del itinerario puede oscilar entre los dos y los tres años. Lo conforman doce temas, con dos o tres sesiones cada uno, y se recomienda que los encuentros sean cada quince días y de hora y media, como máximo. Aunque, según señaló en la presentación Ignacio Oriol –que, junto con su mujer, Pilar Maestre, es otro de los autores del programa– no se trata de un manual cerrado, sino de una propuesta de método que puede adaptar cada grupo. Por este motivo, en vez de editar un libro, han querido que el contenido pueda consultarse en la web de la CEE. Esto permitirá actualizar de manera sencilla los textos propuestos, para mejorarlos según el feedback de los participantes.

El itinerario fomenta tiempos de calidad para que los novios reflexionen sobre la vocación al matrimonio y se conozcan mejor

Aunque los responsables afirman que no han pretendido abarcar todo los temas que convendría tratar antes de casarse, tras un vistazo al índice podría decirse que han dado en la diana en la elección del contenido: el autoconocimiento, las emociones y la razón; la complementariedad de hombre y mujer; las claves para una buena comunicación; las etapas del amor; la fidelidad; la ternura y la afectividad en el noviazgo; el significado de la relación conyugal y la apertura a la vida; la espiritualidad en el noviazgo; el matrimonio como sacramento; la conciliación familia-trabajo; la educación de los hijos; la familia de origen, los amigos y el ocio, etc.

Las sesiones se enfocan de manera interdisciplinar y emplean recursos variados. Escenas de películas como A prueba de fuego, ¿Conoces a Joe Black?, Hasta el último hombre, Del revés (Inside Out), Pena de muerte o La cabaña sirven para profundizar en la naturaleza del amor, el valor de la persona, la gestión de los afectos, el perdón o la relación con Dios. También forman parte de los materiales cortometrajes como Bastille o El circo de la mariposa; vídeos sobre la modernidad líquida y el transhumanismo; canciones (Nadie como tú, de La oreja de Van Gogh; Besos a la lona, de Melendi…); referencias literarias y vídeos virales, como el de “Si estás enamorado, no te cases”.

Crecer juntos y acompañados

El programa busca la participación activa de los novios. En la estructura de las sesiones hay previstas dinámicas de grupo con preguntas o casos que sirvan para animar la conversación; a este momento le sigue la exposición del tema por parte del matrimonio encargado; luego, cada pareja puede intervenir. Las sesiones comienzan y acaban con un rato de oración. La figura del matrimonio formador resulta clave, ya que no se trata solo de “proporcionar unos contenidos”, sino de que aporte su experiencia y de que acompañe a los novios personalmente, ayudándoles también a interpretar su mundo afectivo.

Aunque las reuniones sean cada quince días, entre encuentro y encuentro los participantes pueden enviar sus dudas a los formadores o hablar con ellos cualquier asunto que les preocupe. Además, al final de cada sesión, suele haber una serie de preguntas para reflexionar sobre el asunto tratado o una recomendación de una película para ver y comentar. Según Oriol, este es uno de los grandes objetivos del itinerario: “Crear inquietud entre los novios para que hablen mucho, porque vemos que uno de los problemas que hay es la poca o mala comunicación”. Por eso, varios temas aportan ideas concretas y útiles sobre cómo mejorar las conversaciones.

Entre encuentro y encuentro los participantes pueden enviar sus dudas a los formadores o hablar con ellos cualquier asunto que les preocupe

El carácter práctico del itinerario está presente asimismo en unas acciones que se plantean, a lo largo de cada curso, con el fin de “ir adquiriendo hábitos importantes para consolidar el noviazgo y el futuro matrimonio”. Entre estas propuestas se encuentran el hacer planes de amistad con el resto de parejas del grupo; profundizar en la práctica sacramental y en la oración; en el tercer curso, se anima a una participación mayor en eventos familiares (por la importancia que tiene conocer las raíces de tu pareja); asistir a unos ejercicios espirituales como parte de la integración del noviazgo “dentro del proceso de maduración de la vida cristiana”…

Realizar este itinerario no será una condición necesaria para casarse por la Iglesia, aunque Iceta afirmó que el interés por la formación debería ser principalmente “responsabilidad de los novios”. Los autores de los contenidos también subrayan la pertinencia de este programa, haciendo notar que estudiamos durante años para la vida profesional y para antes de casarnos apenas dedicamos veinte horas —una carencia que notan también muchos novios—. En palabras del obispo de Bilbao: “La preparación al matrimonio no es un elemento administrativo, es una necesidad vital”.

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