Natalidad

En la campaña del referéndum sobre la independencia de Quebec, salió a relucir un grave problema que amenaza la vitalidad de la comunidad francófona canadiense y del que no cabe echar la culpa a ningún factor exterior: la escasez de nacimientos. Con este motivo, algunas mujeres se han atrevido a manifestar en la prensa su íntimo malestar. Béatrice Richard, estudiante de doctorado en historia en la Universidad de Quebec, escribe en Le Devoir (Montreal, 19-X-95).
La obsesión de centrar, en la Conferencia de Pekín, los problemas de salud de la mujer en las cuestiones reproductivas no sólo ha merecido críticas del Vaticano. La prestigiosa revista médica The Lancet (22-VII-95) lamentaba esta tendencia en un editorial, del que tomamos algunos párrafos.
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El gobierno de Singapur es uno de los más activos propagandistas de los "valores asiáticos", centrados en la solidaridad y la cohesión familiar. Melinda Tankard tiene otra visión de la política oficial de ese país (Perspective, diciembre 1994).
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Uno de los programas de control de la natalidad presentados como un éxito por algunos expertos durante la Conferencia de El Cairo fue el de Bangladesh, ya que ha conseguido reducir el número de hijos por mujer de siete en 1975 a menos de cinco hoy. Betsy Hartmann, que pudo ver cómo se aplicaba este plan, cuenta su experiencia en un artículo publicado en International Herald Tribune (30-IX-94).
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Los partidarios del control demográfico sostienen que la gente del Tercer Mundo tiene muchos hijos porque no disponen de anticonceptivos. Por eso el proyecto de documento final preparado para la próxima Conferencia sobre Población y Desarrollo de El Cairo propone difundir los métodos anticonceptivos, incluido el aborto. Pero The Economist (28-V-94), aun estando a favor de contener el crecimiento demográfico, señala que esa suposición es errónea. En los países en desarrollo y en los otros, sostiene, la gente tiene, en general, el número de hijos que desea, por motivos que el semanario reduce prácticamente a los económicos.
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