¡Que se case “La Roca”!

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La dificultad para deslindar entre la ficción y la vida real es un rasgo psicológico de algunos fans del cine. En enero pasado, por ejemplo, un joven embistió con su Mercedes Benz a un policía neoyorquino en plena Times Square. Una vez capturado, el infractor dijo que solo había querido reproducir una escena de Fast & Furious, saga cinematográfica en la que la velocidad, como se sabe, es protagonista.

La cotidianidad de la jet-set, sus hábitos y caprichos, ejercen un efecto mimético en sus seguidores.

Viene a cuento la película porque precisamente una de sus estrellas, el forzudo Dwayne La Roca Johnson, ha anunciado que él y su novia, Lauren Hashian, tendrán un segundo hijo esta primavera. El tema, sin embargo, es que la pareja había dicho con anterioridad que tenían pensado casarse finalmente por estas fechas, pero el intercambio de anillos ha quedado suspendido. “Mamá no quiere tomarse fotos de boda con una enorme barriga. Quiere lucir bien”, ha dicho el actor a People, dando por hecho que hasta después del parto nadie comerá tarta.

¿Cómo encaja la acción del chico de Times Square en todo esto? A ver: su peligrosa majadería, en nada; pero al factor imitación se le pueden ver aristas positivas. Lo advierte el sociólogo Bradford Wilcox en un artículo para USA Today: según el experto, el actor y su novia harían bien en casarse antes del nacimiento de su nuevo bebé, en parte porque, per se, que los padres tengan un nexo formal incide de modo favorable en el desempeño y la estabilidad de los hijos; y en parte porque, personajes del glamour como son, sus acciones suelen tener bastante predicamento entre la gente.

Vayamos a lo primero. Wilcox cita algunos estudios que demuestran que los hijos de padres no casados, o simplemente convivientes, lo tienen peor. Entre una hija de padres no casados y otra cuyos padres sí lo están, el profesor señala que la primera tendrá cuatro veces más probabilidades de sufrir problemas emocionales graves, así como más posibilidades de que la expulsen del colegio o de que la suspendan. En cuanto a abusos –dado que en no pocas ocasiones uno de los convivientes no es el padre biológico de la menor–, estará 10 veces más expuesta a sufrir violencia física, sexual o emocional, tal como avalan datos del Departamento de Salud de EE.UU.

Asimismo, el experto apunta que más de 4 de cada 10 familias estadounidenses reciben ayuda gubernamental para su subsistencia diaria, y que muchas de ellas están encabezadas por parejas no casadas, que precisamente no pasan por el altar o por el ayuntamiento porque, al no estarlo, las autoridades les garantizan ese apoyo. De este modo, la ausencia de una formalización del vínculo se ve como una ventaja, pese a que evidentemente constituye un arma de doble filo, pues conspira contra la autonomía y favorece la percepción de que se puede –se debe– vivir a expensas del esfuerzo de otros y no hacer un mínimo por progresar.

Iconos culturales

Entre una hija de padres no casados y otra cuyos padres sí lo están, la primera estará 10 veces más expuesta a sufrir violencia física, sexual o emocional

Hay que reconocer que quizás Wilcox se haya alarmado demasiado pronto con el caso de La Roca y su novia, pues estos dicen que sí formalizarán su unión, aunque no ahora. Y tampoco parece que vaya a  faltar el pan en casa por no estar casados. Pero el “algún día nos casaremos”, pudiendo haberlo hecho ya sin inconveniente alguno, sí implica un riesgo, pues es un dato estadístico que los hijos de padres en unión consensual, están más a merced de la inestabilidad; de la posibilidad de que un día, en un arranque, uno de los dos haga las maletas y se largue, pues poco hay que deshacer.

Ahora bien, el experto subraya el dato de que el actor y su pareja son iconos culturales. Si su relación light se acaba, la gente toma nota, y no lo hacen solo quienes tienen estudios superiores –que por norma suelen tener descendencia en el contexto matrimonial–, sino las personas con menor preparación profesional y con empleos de menor remuneración; aquellas que encuentran más difícil compaginar los deberes laborales y los de casa con un tiempo para sí mismas y sus familias, y que se han enganchado a referentes como Dwayne, Lauren y las Kardashians, que no tienen en particular estima al matrimonio.

El punto es que hay, qué duda cabe, un efecto mimético respecto a la cotidianidad de la jet-set, a sus hábitos y caprichos. Pasó, por ejemplo, con George Clooney: todo fue saberse que tenía un cerdo vietnamita como mascota, y los fans se fueron a las tiendas de animales a adoptar uno. Luego, cuando cayeron en la cuenta de que los cerdos crecen y no es fácil ya sentarlos junto a uno en el sofá, pues muchos sencillamente los liberaron, por lo que en algunos sitios se han convertido en plaga. De modo que el famoso se encarga de “marcar tendencias”; sus seguidores, de reproducirlas, y la comunidad –sean los peatones de Times Square o los parroquianos de un barrio cartagenero donde los cerdos campan a sus anchas– de cargar con las consecuencias.

Lo mejor, pues, es que sean acciones positivas. Así, con sus casi 13 millones de seguidores en Twitter; con tanta gente pendiente de sus actos –y con tantos que los calcan–, La Roca podría darle visibilidad a la institución del matrimonio y enviar el poderoso mensaje de que este sí marca la diferencia.

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