Inglaterra asiste estos días a un debate sobre la necesidad de explicar con claridad en los colegios que posponer la maternidad más allá de los 30 y volcarse en la carrera profesional lleva aparejado el riesgo de quedarse sin hijos.
La propuesta ha llegado al Secretario de Educación, Nicky Morgan, de la mano de Geeta Nargund, consejera de Medicina Reproductiva en el St. George Hospital de Londres. Por una lado, el descenso de la fertilidad ha hecho plantearse si los mensajes de educación sexual en la escuela estarán poniendo tanto el acento en evitar los embarazos de adolescentes que hacen ver la maternidad como un freno a la felicidad o a la carrera profesional; por otro, se han mostrado nuevamente los altos costes para la sanidad pública de los tratamientos de fertilidad en mujeres que se acercan a los 40.
Uno de los últimos artículos publicados en The Telegraph recoge la opinión de Cristina Odone, miembro del Legatum Institute, a favor de una formación más realista sobre las posibilidades de equilibrar la vida profesional y personal. Odone, que tuvo a su primera y única hija a los 43 años, afirma que nadie le hizo ver el riesgo que corría si se dedicaba a poner en primer lugar su carrera laboral. “A las jóvenes como yo en los 80 y los 90, los profesores, los medios de comunicación y –más que nadie– nuestras madres nos decían que el trabajo, por encima de cualquier otra cosa, nos daría la llave de la independencia, el éxito y la seguridad”.
Tras sufrir un shock en una entrevista con un médico, a raíz de un documental que preparaba para la BCC, Odone descubrió que recién cumplidos los 40 sus posibilidades de dar a luz eran muy escasas –solo podría tener un hijo por medio de fecundación artificial– y nadie se lo había advertido. Afortunadamente logró tener una hija de manera natural a los 43.
En su opinión, a su hija que ahora tiene 11 años y a otras muchas adolescentes habría que decirles que, una vez vayan a la universidad y se gradúen, deberían poner las bases de su vida personal y profesional. “Quiero que mi hija y sus amigas aprendan que es imposible vivir solo por lograr un buen currículum” y que una vez superada la década de los 20, “si continúan empujando su vida profesional a costa de su vida personal corren el riesgo de quedarse sin hijos”.
Al margen de El diario de Bridget Jones y su caricatura del avance del reloj biológico de la protagonista, la autora señala que, durante muchos años no se han mostrado los datos con claridad: “Pocos científicos han lanzado la voz de alarma sobre lo que suponía posponer la maternidad; mientras, la industria millonaria de las técnicas de reproducción crecía y las mujeres solo nos preocupábamos por romper el techo de cristal”.