Pese a todo avanza la diversidad étnica en Estados Unidos

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Pese a todo avanza la diversidad étnica en Estados Unidos

Chinatown de Manhattan (Nueva York)

La primera vez que escuché hablar de diversidad étnica y social fue en un curso para directivos de periódicos en la Universidad Northwestern de Evanston, Illinois, un suburbio de Chicago.

Corría el año 1988 cuando el internet no había tomado fuerza y los periódicos impresos mantenían amplio liderazgo y una circulación de cientos de miles de ejemplares en las grandes ciudades.

Se instaba entonces a abrir las páginas de los diarios a las distintas razas, corrientes políticas, sexos, estratos sociales y lo mismo incluir en las redacciones al sexo femenino y a los jóvenes.

Entendía perfectamente el llamado porque a principios de los años 80 trabajé en un diario de la Ciudad de México donde había sólo dos mujeres entre 25 reporteros y la mayoría de ellos eran mayores de cuarenta años.

A nivel de editores laboraba sólo una mujer en la sección de Sociales, era por cierto la hija del propietario del periódico.

Algo parecido ocurría con la temática de las noticias, infinidad de tópicos estaban vedados, comenzando por las expresiones políticas en donde predominaban las voces de los gobernantes emanados de un partido arcaico y autoritario mexicano, ahora en franca decadencia.

Recuerdo en esos años al nuevo director del periódico The Miami Herald, Alberto Ibargüen, de origen puertorriqueño, cuando se refirió a la cerrazón que vivían los medios norteamericanos en materia de diversidad étnica.

Comentó que al asumir la dirección del rotativo se encontró con una abrumadora mayoría de editores de avanzada edad –blancos y canosos– quienes no se habían dado cuenta que Florida y en especial Miami habían transitado de una población anglosajona a una multirracial más joven y con distintas necesidades, gustos e incluso idiomas.

Según el censo del 2020, el 72.3 por ciento de la población en Miami es latina mientras que solo el 11.4 por ciento es de raza blanca y no latina. Se calcula además que un 25 por ciento de los habitantes son de origen cubano, pero también hay puertorriqueños, mexicanos, venezolanos, salvadoreños y hasta argentinos como el recién llegado astro del balompié Leo Messi.

Con todo y las restricciones migratorias, en Estados Unidos la diversidad étnica ha impuesto su ley especialmente en los estados del este Massachusetts, Nueva Jersey y Nueva York, y en los fronterizos del sur California, Arizona y Texas.

Horizonte multirracial

Hace un par de semanas viajamos por Boston y Nueva York donde la diversidad de su población irrumpe por doquier, especialmente en el tema de razas, culturas e idiomas.

Habíamos visitado la majestuosa Boston treinta años atrás cuando destacaba de manera predominante su población blanca de origen inglés, irlandés e italiano, además de la reconocida calidad de sus universidades.

Hoy en día impresiona el horizonte multirracial, en cinco días de recorrer esta vibrante y amigable comunidad tuvimos oportunidad de conocer a habitantes originarios de China, Turquía, Argelia, Italia, España, Paquistán, Palestina, India, Marruecos, Portugal, Inglaterra y a infinidad de latinoamericanos de México, El Salvador, Honduras, Brasil, República Dominicana, Jamaica, Puerto Rico y Cuba.

En Boston, como en tantas ciudades norteamericanas, la mayoría blanca quedará muy pronto atrás como ocurrió en Miami y como ha sucedido por primera vez en la historia en un estado norteamericano.

Tal es el caso de California donde el último censo oficial indica que la población de origen latino representa el 39.4 por ciento contra el 34.7 por ciento de la blanca, el 15.1 por ciento es de origen asiático y el 5 por ciento de raza afroamericana.

Un estudio realizado en el 2022 colocó a Boston en el sexto lugar entre las ciudades con mayor diversidad étnica en Estados Unidos, muy lejos todavía de Nueva Jersey, Nueva York, Miami y Los Ángeles, pero con avances notables.

Lo interesante es que los inmigrantes llegan a dicha ciudad por distintos caminos legales, ya sea a través de visas para trabajos especializados, por la lotería de las tarjetas de residencia conocidas como “green cards” o bien con visas para estudiar una carrera o un posgrado.

Un gran aliado en este proceso de diversificación étnica de Boston son sus prestigiadas universidades que año con año reciben a los mejores estudiantes del extranjero en áreas tan disímbolas como las ingenierías, finanzas, medicina y sistemas.

Harvard, el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), las universidades de Boston, Tufts y de Brandeis, son algunos de los centros educativos en donde año con año se gradúan cientos de profesionistas extranjeros. Por ello se le conoce a esta ciudad como la “Atenas de Norteamérica”.

Actualmente más de un millón los estudiantes internacionales cursan carreras, diplomados y posgrados en universidades estadounidenses, a la postre un número considerable termina por ser contratado en empresas locales, se trata de una forma efectiva para atraer talentos en beneficio del desarrollo económico y tecnológico de todo el país.

Oleadas migratorias

Estados Unidos se fundó como una nación apoyada en una diversidad étnica, en sus inicios fue integrada por inmigrantes europeos, hispanos y los nativos americanos que fueron los primeros en habitar el territorio.

Dicho país ha registrado varias oleadas migratorias, la primera ocurrió entre los años 1500 y 1600 cuando colonos británicos, franceses, españoles y holandeses arribaron a este territorio en busca de oro, plata y pieles, y para colonizar el extenso territorio.

La segunda ola se presentó entre los años 1840 y 1850, grupos de irlandeses, alemanes, escoceses y escandinavos llegaron con la intención de ocupar el oeste de Estados Unidos. Muchos inmigrantes huían de persecuciones religiosas y de conflictos políticos en sus países de origen.

Una tercera oleada integrada por grupos italianos, de Europa del Este y de China, llegaron durante las últimas décadas del siglo XIX, eran migrantes que buscaban una vida mejor además de huir de conflictos políticos y religiosos.

Existe una cuarta oleada que sigue vigente, se trata de la llegada de millones de migrantes de México y de países latinoamericanos en busca de trabajo y de una mejor calidad de vida, este fenómeno se disparó en la segunda mitad del siglo XX y todavía no ha concluido.

Con todo y que se han reforzado las leyes para evitar la inmigración indocumentada, el país mantiene las puertas abiertas a los extranjeros del mundo entero, en especial a estudiantes con talento, a profesionistas que destacan en su ramo o quienes cuentan con experiencia y recursos para invertir en negocios.

El año pasado se emitieron un total de 1.1 millón de tarjetas de residencia permanente (“green cards”) a extranjeros que desean establecerse en Estados Unidos. Actualmente existen 12.9 millones de personas con esta visa que les permitirá acceder a la ciudadanía norteamericana en un lapso de tres a cinco años.

En materia laboral son cerca de un millón las visas que se otorgan cada año para trabajar en distintos sectores de la economía, se calcula además que existen 6.8 millones de visas de no inmigrante para extranjeros que visitan el país en plan de turismo o negocio.

Las estadísticas al año 2021 muestran que 45.3 millones de inmigrantes residen en los Estados Unidos, incluyendo a las personas indocumentadas, lo que representa el 13.6 por ciento del total de la población norteamericana.

Con esta diversidad multirracial, Norteamérica hace frente a los retos del mundo moderno donde la tecnología, el talento humano y la pluralidad cultural resultan claves para salir adelante.

En algunas naciones el tema de inmigración se ha complicado demasiado de acuerdo a los vientos políticos que soplan. Algunos gobiernos desean a toda costa cerrar las fronteras a los migrantes mientras que otros prefieren dar facilidades y ordenar la llegada a los nuevos pobladores.

La polémica al respecto es candente y seguramente estará presente durante muchos años más, sin embargo, nadie debe olvidar que a final de cuentas todos fuimos en algún momento migrantes y gracias a este fenómeno el mundo creció, se pobló y se ha desarrollado.

La diversidad cultural y étnica es enormemente importante porque amplía las capacidades, los valores humanos y la cosmovisión de las sociedades. Da pie además para que la sabiduría del pasado se aproveche hacia el futuro, la diversidad es una gran herramienta para impulsar el desarrollo sostenible de personas, grupos sociales y naciones.

En materia de diversidad étnica hay que reconocer que en Estados Unidos se ha avanzado notablemente desde que hace un cuarto de siglo oímos por primera vez hablar del tema.

Incluso en política los cambios son sustanciales, este año se instaló un Congreso con un récord de 133 representantes de minoría –negros, hispanos, asiáticos, indios americanos y nativos de Alaska–, lo que representa una cuarta parte del total de asientos.

La cámara baja anterior incluyó sólo a 63 miembros de razas o etnias distintas a la blanca no hispana. Por cierto, también el número de mujeres se incrementó a un 28 por ciento de los escaños.

Desde luego queda todavía mucho por avanzar, las agresiones, injusticias y la discriminación en contra de las minorías étnicas siguen presentes en Estados Unidos.

Comentarios a healymediac@gmail.com

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